La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

No se culpe a los vecinos

Los vecinos no rechazan el origen, la raza o la pobreza, sino el comportamiento agresivo e incívico

Tienen razón los vecinos de la Macarena al protestar por la alta concentración de servicios sociales y los problemas que conllevan, a los que va a añadir la apertura de un centro de la Cruz Roja para acogida de inmigrantes. Y tiene razón el alcalde al decir, en su reciente y multitudinaria reunión con vecinos, comerciantes, delegados del Distrito, Policía Local y Nacional para abordar este problema, que no considera "idónea" la ubicación de este centro debido a la gran concentración de servicios sociales en el Distrito Macarena. Y no son xenófobos o personas crueles y sin sentimientos, como han sugerido unos trabajadores sociales al denunciar que "se focalice el problema en las personas sin recursos, lo que por otra parte constituye un delito de odio por aporofobia".

Aporofobia u odio a los pobres, elegida palabra del año 2017 por la Fundéu BBVA, es un término acuñado por la prestigiosa catedrática de Ética Adela Cortina para designar el rechazo u odio no por la condición de extranjero o por la raza -lo que sería xenofobia o racismo- sino por la pobreza. Para la catedrática la xenofobia y el racismo tienen mucho de aporofobia porque "el turismo es la principal riqueza de España y cuando se trata de estos extranjeros, no hay xenofobia, hay hospitalidad; sin embargo, cuando vienen refugiados, inmigrantes, sí que se produce ese rechazo".

Ni la creadora de la palabra ni quienes la lanzan contra los vecinos de la Macarena tienen razón. La argumentación de la propia Cortina lo demuestra. Lo que se rechaza no es el origen, la raza o la pobreza sino el comportamiento. Los turistas que generan conflictos -véanse los casos extremos de Magaluf o Lloret de Mar- también producen rechazo. Se sabe desde antiguo que existe un círculo vicioso entre pobreza, marginación y comportamientos violentos o incívicos que hace difícil discernir si estos son fruto de la marginación o si han conducido a ella. No siempre se cumple el "abrir escuelas para cerrar prisiones" de Víctor Hugo. El turismo de borrachera no es fruto de la pobreza sino de comportamientos indeseables de jóvenes educados del primer mundo.

No caigamos en tópicos. Ni carguemos contra los vecinos que sólo quieren vivir sin peleas, agresiones, suciedad, robos, drogas e incivismo en sus calles, casas y negocios, como reflejó el compañero Fernando Pérez Ávila en sus reportajes publicados el pasado mes de agosto.

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