La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
Somos muchos los que, con el tiempo y después de superar algún virus antimonárquico, hemos llegado a la convicción de que la supervivencia de España como unidad política está vinculada a la figura del rey Felipe VI. Más en estos tiempos en que las respetables huestes republicanas de izquierda han derivado hacia un “confederalismo” cuya evolución inevitable es la disgregación del país en un número indeterminado de taifas. Otro paso atrás en la ya de por sí tortuosa historia de la vieja piel de buey. Por su parte, en la derecha radical, vemos como en algunos de sus cenáculos se reactiva la rancia vena antiborbónica que era ya muy visible desde los tiempos del Movimiento (“¡que no queremos reyes idiotas”, se cantaba en campamentos y banquetes), grupos que veían en don Juan Carlos a un rey claudicador que había arrastrado por el fango las banderas del 18 de julio. En las movilizaciones antisanchistas tras la Ley de Amnistía ya se vieron algunas preocupantes muestras de este antimonarquismo derechista.
El PP no es un partido republicano, pero el desconcertante plantón que Feijóo le dio al Rey en la inauguración del año judicial hace ver que el respeto a la Corona, que se le debería suponer a un partido liberal-conservador español, ya tiene grietas. Por su parte, Vox, un partido que evoluciona de manera convulsa, se descuelga con otro inaceptable plantón al Rey en el desfile del 12-O, amparándose en un antisanchismo que, al parecer, lo justifica todo. ¿No le parece al líder de Vox que la Fiesta Nacional ya tiene demasiados enemigos como para promover él estas polémicas? Lo mismo podríamos decir a los grupos que han convertido los pitos al presidente del Gobierno en una tradición juliganesca que deteriora el alto sentido simbólico e institucional del acto. Más de un indepe, de un batasuno y de un confederado de nuevo cuño se frotan las manos al ver el ambiente de deterioro en que, año tras año, se celebra el 12-O, una Fiesta Nacional fijada en su día con gran acierto por el PSOE (eran otros tiempos y otros líderes, claro).
Con Felipe VI hemos tenido suerte. Ha aprendido de los errores de su padre y ha conservado sus principales virtudes. Es serio, trabajador, preparado, patriota y tiene buena planta. ¿Qué más se le puede pedir a un rey? En la derecha hay algunos que quieren patrimonializar la figura del monarca, que sea una especie de muñeco de Maricarmen que repita sus ideas partidarias. Es no haber comprendido nada de lo que es un rey constitucional. Pablo Iglesias, Otegi, Rufián, Puigdemont... y algún miembro del Gobierno están deseando que el monarca coja el barco en Cartagena y finiquitar el 12-O. Y otros, haciéndole el juego.
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