¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Empalagados de andalucismo
Recibe el vigente campeón al rival que le disputó su penúltima Copa del Rey. Han pasado casi dieciocho años de aquel suceso en el desaparecido Calderón y esta noche es como entonces, a una bala y si hace falta prórroga la habrá. Todo es como aquella noche mágica de sábado preveraniego a orillas del Manzanares, como una final sin ser una final, sólo octavos, ilusionantes octavos de final frente a Osasuna, el mismo aguerrido rival de entonces.
Dos equipos en muy buena línea, muy apretujados en la tabla y con la cabeza puesta en cuartos de final. Los cuartos es la cota donde las ilusiones coperas se disparan, donde no se diseñan castillos de arena, sino sólidas presunciones. Por eso hoy, el santuario de los béticos será el escenario de un acontecimiento en el que se librará un pleito entre dos viejos conocidos que viven unos muy interesantes capítulos de sus respectivas historias, unas más agradables que otras.
Se reencuentra el Betis con su gente tras el brillantísimo papel recitado en el desierto arábigo. Y tras el desenlace de esa Supercopa, la constatación de que el brillante campeón fue a encontrar sus mayores dificultades ante la orquesta de Manuel Pellegrini. Lo pacífica que fue la noche para Ter Stegen ante Benzema y lo mal que lo pasó ante Fekir. Pero es ya agua pasada y hoy nos compete otra historia muy distinta, con otra final en lontananza y a esperar a ver qué pasa.
El rival es lo que bien puede calificarse como complicado, muy complicado. Excelentemente trabajado por el competente Joseba Arrasate, Osasuna siempre vende caro su pellejo y así será esta noche en la pradera heliopolitana. Noche de ilusiones encontradas y recuerdo de lo que pasó aquel 11-VI- 2005 en la ribera del Manzanares. Sólo Joaquín queda de aquella noche en la yerba más Doblas y Fernando en el banquillo, han pasado casi dieciocho años y parece que fue ayer.
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