La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La importancia del tío de los botellines
El 12 de octubre no es un día cualquiera. Es el día en que celebramos nuestra historia, el sentimiento y el orgullo de ser españoles y la cultura común que hemos forjado a lo largo de los años con Hispanoamérica. Pero, sobre todo, es el día en que recordamos a quienes hacen posible que España siga siendo una nación libre, democrática, segura y unida: las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Ellos son el corazón de nuestro Estado. Son los hombres y mujeres que cada día se enfrentan al peligro con una vocación inquebrantable de servicio, con sacrificio, con entrega y con un amor a España que no entiende de horarios ni de recompensas. Y, sin embargo, nunca se habían sentido tan solos, tan olvidados y maltratados por su propio Gobierno.
No es un secreto que el Ejecutivo de Pedro Sánchez, bajo la tutela de un ministro del Interior completamente incapacitado, ha mostrado una falta de respeto intolerable hacia las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La Policía Nacional y la Guardia Civil padecen la escasez de medios, el déficit de personal y el abandono institucional más grave de nuestra historia democrática.
Mientras nuestros agentes se juegan la vida a diario, el Gobierno les da la espalda y mira complaciente a quienes actúan contra ellos. No estamos ante una simple falta de recursos; estamos ante una estrategia de desgaste, un desmantelamiento silencioso de los pilares que sostienen el Estado de Derecho.
El ministro Marlaska, en lugar de atender las justas demandas de quienes protegen nuestras calles, se dedica a seguir contentando a los socios independentistas y a los herederos de ETA, debilitando la autoridad de nuestros agentes y exponiéndolos aún más. Es un gesto indigno, una cesión que avergüenza y pone en riesgo la seguridad de todos los españoles.
Y mientras tanto, en Andalucía, el narcotráfico campa a sus anchas. Lanchas cruzan las costas andaluzas desde Huelva a Almería, incluso pasando por el Guadalquivir a plena luz del día, desafiando al Estado y poniendo en jaque a las fuerzas del orden. Los agentes se enfrentan a bandas armadas sin los medios necesarios, vehículos obsoletos y plantillas bajo mínimos. Es una lucha heroica y desigual que debería avergonzar a quienes hoy ocupan el Gobierno.
Pedro Sánchez ha demostrado que está dispuesto a sacrificarlo todo por mantenerse en el poder: amnistías, indultos, cesiones de competencias clave como inmigración o fronteras. Cada concesión debilita a España, socava el trabajo de nuestros cuerpos de seguridad y rompe la confianza entre el Estado y sus servidores.
Eso no es gobernar. Eso es traicionar.
Y mientras el Gobierno se aferra al poder, nuestros agentes siguen cumpliendo con su deber. Siguen velando por nuestra seguridad, por nuestras fronteras, por nuestras familias. Siguen actuando con honor, incluso cuando quienes deberían protegerlos los dejan sin respaldo.
Privar de seguridad a quienes nos protegen es privar de seguridad a toda España.
Y eso, en un Estado de Derecho, no se puede tolerar.
Ha llegado el momento de decir basta.
Basta de abandono, basta de desprecio, basta de traiciones.
España necesita un Gobierno que respete y valore a sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que reconozca su labor como profesión de riesgo, que les dote de los medios materiales y humanos necesarios, y que defienda su autoridad frente a quienes quieren socavarla.
En este Día de la Hispanidad, mientras celebramos nuestra historia común, rendimos homenaje a quienes encarnan lo mejor de España: el valor, la entrega y la lealtad a los principios que nos unen como nación.
A todos los agentes de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y a sus familias:
gracias por no rendiros.
Gracias por seguir siendo el ejemplo de dignidad, compromiso y servicio que este país necesita.
Porque mientras haya hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por España, habrá esperanza, habrá justicia y habrá futuro.
¡Viva España!
¡Viva el Rey!
¡Viva el orden y la ley!
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