Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Hay una Sevilla bien hecha, planificada con cabeza y de la que se benefician varias generaciones. Una ciudad que no tiene que ver necesariamente con tradiciones, ruidos, celebraciones, ni consumo masivo. Simplemente una Sevilla para vivir mejor. Es la que se aprecia y disfruta en los jardines del Prado, inaugurados en la Sevilla de 1995 a 1999, gobernada por el PP de Soledad Becerril y el PA de Alejandro Rojas-Marcos. La paternidad de los jardines sigue en liza casi 30 años después por la sencilla razón de que fueron un éxito rotundo. No se hizo ninguna barbaridad en un terreno tan amplio (casi 60.000 metros cuadrados) y de ubicación cada día más privilegiada en función de la evolución de la ciudad. En este lugar confluyen, de hecho, el tranvía, el Metro y las principales paradas de Tussam. Los jardines se llevaron a la práctica no sin esfuerzos ni polémicas mediante un proyecto que mejoraba cuanto había, que era terreno improductivo;y que repercutía en una mejor calidad de vida de los ciudadanos, en una ciudad más verde y con más sombra. Los jardines de Prado son la demostración de que se pueden hacer muchas cosas bien en la política municipal sin necesidad de apuestas faraónicas. Con los años se produjeron en el mismo Prado la suspensión del edificio de Moneo y la de la biblioteca de la Universidad por diferentes causas, pero los jardines son un éxito después de haber sido aparcamiento masivo, sede de conciertos de aquel afamado ciclo de Cita en Sevilla y hasta de circos.
Con los jardines se puso fin a décadas de un terreno infrautilizado durante años, al igual que uno de los retos de la ciudad es aprovechar los campos de la Feria, o al menos una parte, durante los meses en que no hay actividad de montaje y desmontaje. Cuando se levantó parte del Prado para la obra del tranvía apareció el firme de albero de la antigua Feria, que se trasladó a Los Remedios en 1971. Bienvenida la inversión municipal prevista de 1,8 millones para la renovación de estos jardines, símbolo de la mejor política municipal que consiste en dejar una ciudad mejor de la que había al inicio del mandato. Nunca se equivocan los gobiernos que apuestan por jardines, sombra, fuentes y albero. Fue un éxito el mero hecho de impedir una nueva plaza moscovita sin árboles y con el mobiliario de asqueroso acero corten tan de moda en muchas localidades en los años del cuerno de la abundancia. Un gobierno de coalición, con todas sus tensiones, supo convertir el Prado en unos grandes jardines. Nunca se nos olvide para tener claro que no hay mayor fuerza que tener criterio.
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