La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
El lunes comenzó la almoneda de viajes del Imserso para la temporada 2025-2026. Este año hay un número menor de plazas –siete mil menos, aproximadamente–, pero la cifra no deja de ser considerable: casi novecientos mil viajes para el ancho y pacífico ejército de nuestros jubilados. La razón de esta merma parece consistir en que la contratación con el Imserso no le resulta gananciosa a algunos hoteles. Lo cual no quita para que la temporada jubilar que ahora comienza, con nuestros viejos merodeando por la geografía española (y escribo viejos sabiendo que ya no me volverá a pillar el servicio militar obligatorio...), sea una ayuda capital para la hostelería patria.
Ahora se habla mucho, y con razón, de la sostenibilidad de las pensiones. Se habla tanto de la cuantía de las pensiones como de la pirámide poblacional, manifiestamente invertida, que podría dificultar la viabilidad del sistema. El hecho, en todo caso, tiene también otras interpretaciones no tan dramáticas. Una primera, como ya hemos dicho, es que nuestros jubilados andan promoviendo la economía nacional haciendo gasto en temporada baja (y en alta también, claro). Otra segunda es que esta senectud movediza, propiciada por el Imserso, acaso cumpla la misma función integradora que resultó de la mili; esto es, del ejército de leva –el pueblo en armas– heredado de las revoluciones del XVIII, y que barajó a la mocedad de entonces por tierra, mar y aire. Gracias al Imserso, hay una España ambulante que conoce su geografía y el paisanaje adjunto mucho mejor que anteriores generaciones, menos ocasionadas para el viaje. En cierto modo, este retrato, no del todo favorable, de nuestros pensionistas, recuerda a aquel espectral Ejército de Wotan que se le presentaba a Jung, caída ya la noche, en su torre de Bolingen. Recordemos que Jung suprimió la luz eléctrica de su castillo para no espantar a los fantasmas; de ahí que se le aparecieran aquellas almas en pena para reclamar, quizá, una oración que les eximiera de sus fatigas.
Nuestros jubilados también andan recorriendo el país, después de haber trabajado lo suyo, y ahora parece que debieran disculparse por cobrar lo acordado. Opinión que no resulta justa ni razonable. Cosa distinta es qué sucederá en el futuro con las pensiones. Y quiénes formaremos el Ejército de Wotan.
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