La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Ayuso los vuelve locos
crónica personal
SE equivocó la paloma de Rafael Alberti y se equivocó la gaviota de Rajoy. Lo decía un ministro pata negra, de los que mandan mucho en el PP: "Nos hemos equivocado en Asturias". Pudo más la animadversión de algunos -que no todos- a Álvarez-Cascos que defender los intereses del partido. Y el PP asturiano ha quedado para el arrastre. Harán falta muchos años, y mucho trabajo de reconstrucción, para recuperar el terreno perdido. Si lo recupera.
Álvarez-Cascos tiene un genio endemoniado, es soberbio, prepotente y todo lo que se quiera; fue desleal con quienes habían sido sus compañeros de siempre cuando, al negarse Rajoy y De Cospedal a hacerle candidato, formó otro partido. Cometió un error monumental al presentar candidaturas en toda España, un torpedo en la línea de flotación del PP que ni evitó la mayoría absoluta del PP ni le permitió tener grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, se quedó con un simple y solitario escaño. Pero, dicho esto, es un hombre muy querido en Asturias, la tierra que defiende con uñas y dientes allí donde se encuentre, y además fue un gran secretario general de su partido. Y tiene una buena cabeza política.
No fue candidato y de la nada creó un partido que, por ser de Cascos, ganó las elecciones el pasado mes de mayo. Y el PP, en lugar de hacer examen de conciencia y rectificar ante el error cometido, le boicoteó todo lo que pudo y más, le hizo la vida imposible y le dio la puntilla al no apoyarle los presupuestos, lo que evidentemente provocaba que tuviera que disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones, No había otro salida y el PP lo sabía, aunque ahora llama irresponsable a Cascos por esa convocatoria. Además de equivocarse, el PP nos viene con hipocresías y falsos criterios de responsabilidad.
Designó candidata a Mercedes Fernández Cherines, comprometida con el PP y con Asturias, que se había enfrentado a los mismos que antaño se había enfrentado Cascos, y además contó con todo el apoyo de la dirección nacional, que hizo campaña exhaustiva pensando que ganaría las elecciones. Los que conocen Asturias sabían que no tenían nada que hacer contra Cascos, pero les pudo la soberbia. La misma de la que acusaron a Cascos. Y quedaron tercera fuerza. Aunque Mercedes Fernández estaba por la labor de pactar con Cascos para impedir el gobierno de izquierdas, desde arriba le llegaron instrucciones contrarias, por lo que ahora la izquierda gobernará en esa región que está harta, con razón, de pésimas gestiones de gobierno y de luchas políticas que solo perjudican a los asturianos.
Ahora se hacen cruces en el PP. A buenas horas.
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