La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Demasiados niñatos en la política
La hija de 10 años de mi amigo Fernando le dijo a su padre que quería llevar la camiseta del Cádiz F.C. el Día de la Paz –el martes pasado– porque tiene los colores de Ucrania. Los chavales, aún tan pequeños, ven la tele, escuchan a los mayores, ponen la oreja mientras se entretienen con Pepa Pig o hacen los deberes. El Día de la Paz en los colegios surgió como una iniciativa internacional para que en los centros se participara sobre la idea de paz y convivencia, siempre desde la experiencia de los niños, siempre respetando su edad. Cada centro ha ido haciendo iniciativas según el momento, aunque los pedagogos y maestros que más admiro –tengo una muy cerca– son partidarios de que ese día señalado se dedique a trabajar entre todos propuestas de construcción de paz –en el entorno, en el colegio y en donde vivimos– y no una puesta al día de los conflictos nacionales o internacionales. Cuando la guerra de Iraq fue inevitable que muchos colegios alzaran sus banderas blancas, porque la reacción en contra estaba en la calle, en las casas, en el ambiente, pero cabe preguntarse si aquella guerra –de la que aún no sabemos con nombres y apellidos quién sacó provecho, que los hay– y aquellos muertos tuvieron más fortuna que otras guerras, otros niños, mayores, civiles asesinados. Hay guerras que no salen en los telediarios ni en las páginas de los periódicos. Según Unicef, cada día mueren 13.800 menores de 5 años por causas que se pueden evitar. El hambre. Las aguas infectadas. La falta de medicamentos básicos. Es bueno que se enseñe Historia y no sólo como asignatura porque es bueno que la Historia nos sirva de lección. Pero sobre todo es bueno darle sentido a las palabras: saber que la paz se construye en la vida cotidiana, desde el respeto, desde la tolerancia, desde la igualdad de todos y la identidad de cada cual. Y contar con los niños, saber qué piensan, escarbar en sus ideas más allá de lo que oyen en casa. Preguntar. No se aprende lo que no se experimenta. La enseñanza es una celebración compartida del conocimiento, especialmente valiosa en aquellas edades en las que construimos conciencias y valores. Andalucía debería estar más orgullosa de Giner de los Ríos y sobre todo hacerle mucho más caso. Es bueno que la Escuela hable de historia y de presente. Urge –es un clamor– una alfabetización mediática que meta en las aulas (a enseñantes y enseñandos) herramientas para reconocer en las redes el odio, descubrir los fakes, saber la diferencia entre sexo y pornografía. Es bueno que se hable de las guerras en clase. Es bueno que se hable de víctimas, que se explique quiénes y por qué. Pero en el Día de la Paz está feo meter la guerra partidaria. Las aulas andaluzas siempre han estado con las víctimas de ETA cuando existía ETA. No hay conflicto. Cuidado con las manipulaciones tan obvias: suelen salir fatal.
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