LOS independentistas escoceses han elegido a un musulmán de padre pakistaní y madre keniata, Humza Yousaf, como nuevo ministro principal de este reino septentrional que aspira a ser un nuevo estado de la Unión Europea. Ha tenido que competir con Kate Forbes, una puritana blanca, miembro de la Iglesias Libre de Escocia, que estaba más cerca de Braveheart que de este moreno de Glasgow que comparte ascendencia africana con el primer ministro británico, Rishi Sunak. Estos son los lehendakaris negros que Juanma Bajo Ulloa se atrevió a meter en una de sus películas más celebradas, Airbag. Muy profesional.

Lo del lehendakari negro era una respuesta cinematográfica a aquella autoinculpación de quien fuese líder del PNV Xavier Arzallus, cuando aseguró: “No soy racista, prefiero a un negro negro que hable euskera a un blanco que no lo maneje”. El nacionalismo vasco ha sido el más etnicista de todos los nacionalismos ibéricos, desde Sabino Arana al Rh de Arzallus, mientras que el catalán construyó la diferencia sobre la lengua, aunque algunos escritos de Jordi Pujol de los años setenta apesten a xenofobia contra los andaluces, tipos llevados por las pulsiones del sexo y el estómago, sin dios ni vocación por el trabajo.

La Generalitat ya tuvo a su molt honorable negro, José Montilla, que era cordobés de Iznájar, y en San Mamés hay jugadores negros, pero España aún está muy lejos del Reino Unido en cuanto a integración de los antiguos súbditos de sus reyes imperiales en las esferas más altas de poder. Hay algunos concejales musulmanes, dos hebreos en el Parlamento andaluz, un moreno en el Congreso y otro en Vox, pero las oleadas de inmigración hispanoamericana no han dejado ninguna huella en las listas electorales, y eso que la lengua española ha sido más integradora y mestiza que el inglés que pronunciaba el general Custer cuando mataba indios desde su jaca. En Cádiz, donde se ha celebrado el congreso del español, hay monumentos a Bolívar, a San Martín, a Rizal y a Martí, héroes de las independencias americanas y filipina.

Por eso, y a pesar de ese gran error llamado Yadira Maestre, la chamana evangelista, el PP de Madrid ha acertado de pleno al volver la mirada sobre estos nuevos españoles de las Américas. Díaz Ayuso siempre ha defendido a los latinos como españoles frente a los ataques de Vox. España se vacía, a los llorecas le faltan camareros y nuestra pirámide invertida de población amenaza de ruina a las pensiones, mientras medio continente americano querría venir donde tiene un origen y un lazo común en modo de idioma.