DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

El 'espíritu de Sevilla' y la corrupción del PP

EL vigésimo aniversario del congreso celebrado en Sevilla por el Partido Popular, comienzo de la era Aznar y de la construcción de una verdadera alternativa de gobierno al PSOE de Felipe González, es jaleado desde ciertos ámbitos como si fuera el Dos de Mayo. El próximo día 8, Aznar almorzará en Río Grande con los miembros de la ejecutiva nacional elegida en Fibes, al conjuro del lugar donde comieron tras clausurar el congreso para rubricar su compromiso y cohesión. Los politólogos de la Fundación FAES activan la idealización del espíritu de Sevilla, la estrategia que en 1990 modernizó a la derecha española para retomar la herencia centrista de UCD, volver a conectar con las clases medias urbanas y asemejarse al talante de los grandes partidos conservadores de Francia, Alemania y Gran Bretaña. Carpetazo a los tics de Fraga y a la hueca oratoria de un Hernández Mancha empequeñecido ante los desafíos históricos que afrontaba el socialismo debutante en la Moncloa para europeizar a España.

La resurrección del espíritu de Sevilla se antoja procelosa por lo que ha cambiado el PP de ayer a hoy conforme se vive en el poder y del poder. El mismo proceso aplicable al PSOE para calibrar qué queda de su espíritu de Suresnes. Veinte años después de empezar a medirse con el felipismo que padecía sus primeros síntomas de depravación moral (de Juan Guerra se llegaría a Luis Roldán), el PP está enfermo de corrupción en sus dominios autonómicos, y de esa guisa intenta presentarse como alternativa de un liderazgo socialista endeble y desacreditado. Hasta el punto de que Rajoy, partícipe de todos los gobiernos de Aznar, como líder de la oposición obtiene en las encuestas peor valoración que Zapatero pese al rechazo que éste provoca por su notable fracaso ante la crisis económica.

Del PP que metió a España en la Europa de Maastricht y de la divisa común, al PP de Jaume Matas y su esposa viviendo a lo grande con fajos de dinero negro, va la degeneración del espíritu de Sevilla en el espíritu de El Escorial, con Correa y El Bigotes en la logística de la desmesurada boda de la hija de Aznar, símbolo de la España de nuevo rico sin escrúpulos que se estaba forjando a cualquier precio del ladrillo. Motivos tienen para brindar en Río Grande por la década prodigiosa, de 1990 a 2000. Pero todo lo que ha venido después acredita que perdieron las elecciones nacionales de 2004 por deméritos propios que hoy continúan sin resolver plenamente.

Ensoberbecidos de poder, hoy también son parte del problema que aqueja al liderazgo en España: la falta de autoridad moral. Su reencuentro tendrá lugar en una Sevilla donde son favoritos para ganar en las municipales de 2011. Pero todo lo que Zoido se desmarca del Monteseirín de Mercasevilla para adquirir credibilidad, es lo mismo que debería repudiar de presidentes como Matas, Camps, Aguirre y sus camarillas, amén de alcaldes como los de La Línea, Alhaurín de la Torre, etcétera, cuya catadura no ha quedado al descubierto por mano del PP sino gracias a los compañeros de profesión de Zoido: fiscales y jueces.

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