Una gala sin el habitual sectarismo

08 de marzo 2021 - 02:31

Bajo el control de Antonio Banderas cabía esperar unos Goyas menos casposos, infinitamente menos sectarios y más centrados en resaltar la importancia del cine español. La gala en el Soho malagueño significó un canto a la reconciliación, lejos de la separación anual entre las dos Españas, algo que es muy de agradecer en estos tiempos. Y la guinda la puso Ángela Molina con sus palabras enfatizando la figura de su padre, aquel Antonio Molina que paraba la vida del país cuando a la más larga posguerra conocida no se le veía el fin. Aquellos gorgoritos del malagueño ejercieron de paliativo eficaz a la penuria de aquel tiempo que se eternizaba y que hoy ha reaparecido por la conducta de cierta clase política. Fue un soplo de aire limpio ver cómo los premios del cine español pueden servir perfectamente de cemento que nos una y no como un motivo más para el divorcio.

stats