¿Hay alguien ahí?

15 de octubre 2025 - 03:08

El otro día vi a una mujer con un periódico de papel en la mano y estuve a punto de correr hacia ella dando saltos (con un solo pie) para darle entusiasmado las gracias. En la era del Homo tiktokensis, que vive atrapado en los reels estúpidos que le llegan al móvil, cada vez se lee menos con la atención que requiere asimilar un texto medianamente complejo. Además, la enseñanza actual no hace nada por mejorar la lectura o por aficionar a la lectura. Es frecuente encontrarse con niños inteligentes que han recibido una buena educación, pero que son incapaces de establecer las conexiones mentales necesarias para entender un texto. A esos niños –como a tantos y tantos adultos– les falta atención y les falta pensamiento abstracto. Y por eso no saben extraer una deducción ni relacionar lo que leen con lo que ocurre a su alrededor. Y la consecuencia más terrible de todo esto es la falta de empatía, es decir, la incapacidad absoluta para ponernos en el lugar de otra persona.

Sin empatía, la convivencia humana es imposible. Y uno tiene la sensación de que el mundo se encamina hacia un modelo de relaciones sociales en el que sea imposible entender los sentimientos de otra persona (o incluso, y eso es quizá peor, entender nuestros propios sentimientos). Y si no somos capaces de entender el dolor ajeno o la humillación ajena o la vergüenza ajena, vamos directos hacia una sociedad totalitaria en la que no se respete ningún derecho mínimamente humano. Entender lo que ocurre en Palestina, por ejemplo, requiere entender el sufrimiento atroz de los palestinos, pero también el terror paranoico de los israelíes a revivir lo que vivieron sus antepasados durante la II Guerra Mundial. La empatía debería servirnos para entender las dos experiencias vitales, y no sólo una.

Es cierto que hace cincuenta o cien años, cuando la gente leía mucho más que ahora, se cometían barbaridades mucho peores que las que ocurren ahora: basta pensar en Hiroshima o Auschwitz o el Gulag soviético. Eso es indudable. Pero un mundo sin lectores nos lleva a cosas tal vez peores. Es el mundo de los drones asesinos, es el mundo de la Inteligencia Artificial que decide por nosotros, es el mundo de la compasión considerada como una debilidad. Qué miedo.

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