La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una nueva Sevilla en altura
Hay que llamar al dilecto alcaide Andrés Luque para que se haga con los eficientes y esmerados servicios de un prioste en el Real Alcázar. El otro día vimos la bandera de la ciudad hecha jirones. Ahí estaba la enseña en lo alto de la Puerta del León, vulgo Puerta de Nuestros Amos y Señores Los Turistas, dicho a lo Mañara. Pobre bandera que ha quedado para trapo con el que limpiar los veladores de la calle Santo Tomás. ¡Que no la vea el atleta Rojas-Marcos en unos de sus muchos paseos con la bici con motor! Con lo que le costó al alcalde andalucista sacar adelante la bandera de la ciudad... No será porque el monumento no genera ingresos. El Alcázar de Sevilla es rico, pero se cuenta poco. Es como el Cabildo Catedral de Córdoba, que tiene unos ingresos envidiables y abrumadores. Por eso las corrientes del laicismo majadero exigen la denominada co-gestión de la Mezquita-Catedral. Tururú. ¡La clave es la pasta! Pero te cuentan monsergas de la convivencia de religiones y la deseable titularidad pública del edificio. Un año trascendieron las cuentas reales, solo un año, y se conoció el millón de euros obtenidos solamente en intereses financieros. Pues lo dicho: el Alcázar tiene dinero como para aumentar la plantilla de una vez, aproximarse a las cifras de trabajadores de la Alhambra de Granada y asegurar la vigilancia y el decoro de nuestro principal monumento civil. ¿O vamos a esperar a que birlen un azulejo?
Ya que soportamos esas colas de turistas, invirtamos todo lo ingresado en el Alcázar, que luego se transfieren fondos para la Casa Consistorial, donde sigue el atentado de los muebles de Ikea en el Salón Colón . El ex teniente de alcalde y escritor Gregorio Serrano recordaba el sábado en estas páginas que antes cualquier sevillano podía acceder sin colas a los espléndidos jardines del Alcázar y pasar la tarde. Ahora hay que estar llamando al alcaide Luque o a Ana Jáuregui para que te dejen entrar directamente a la cafetería y pasar un rato la mar de agradable. Cambien la bandera cochambrosa y organicen un acceso rápido para los nacidos en Sevilla, una suerte de fast pass, dicho sea como guiño a los tontos del inglés. Mimen el Alcázar todavía más, cuiden los detalles, trabajen para que tenga una plantilla más amplia y marcada por la profesionalidad. Que ningún sevillano sienta que el acceso es imposible, que se trata de una zona invadida. Siente uno que es más fácil entrar en el Alfonso XIII o en el Colón que en el Alcázar. Antes que cobrar por la visita a la Plaza de España, podríamos empezar por nuestro principal palacio. Cualquier día no se encuentran a gusto ni los pavos reales, los protegidos del delegado gubernamental Ricardo Sánchez. Quedamos a la espera de que Luque fiche a un prioste. Seguro que hay cola de aspirantes para organizar alfombras, tapices, tapetes, mobiliario, banderas y hasta unos servicios mejorcitos donde, por cierto, sea más fácil el uso de los grifos.
También te puede interesar
Lo último