La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las zonas prohibidas de Sevilla
Todo aquello que esta semana hubiera podido interesarme sobre la actualidad política ha quedado abandonado en la inmensidad de la superficie. Se me hace inevitable que mis pensamientos y profundo sentir bajen a la velocidad de un ancla de hierro a mil metros de profundidad en el mar. Sólo veo oscuridad en el último suelo del mundo, en el que permanecía tirada en un petate el cuerpo sin vida de una niña de 6 años. Lo peor se ha cumplido. Lo más loco, decía la madre. Ahora, tras confirmar la tragedia provocada por un hombre cuya maldad es incalificable, son necesarias las respuestas para una madre, que ha vivir toda su vida con la asunción de que sus dos hijas han sido asesinadas por su propio padre. La maldad de Tomás Gimeno radicaba en que nadie encontraría a las niñas para que su madre, la familia de ella, todo su entorno, estuvieran condenados todo la vida por lo peor que hay después de la muerte, que es la duda de dónde está un desaparecido. Tomás premeditó el doble crimen. Dio todo su dinero a su pareja, puso a nombre de su padre el coche, se despidió de sus amigos con mensajes telefónicos. Cinco veces habló la madre de las niñas con él, esa noche, y él le respondió que jamás las iba a volver a ver. Lo más loco. Las cámaras del puerto le vieron cargar seis bultos en su lancha. También regresar con el bote vacío al puerto donde le interceptó la Policía porque se saltó el Toque de Queda. Al día siguiente su lancha estaba en alta mar a la deriva, sin ancla. Vacía. Desde ese mismo instante, los equipos de búsqueda fueron certeros colocándose en el punto exacto para barrer un fondo marino muy abrupto, rocoso y de gran profundidad. Es imposible bucear a esas profundidades, por lo que el robot, el sonar es el que lanza ondas que rebotan contra objetos que no deben estar en el fondo del mar. El cuerpo humano es 70% agua por lo que las señales no rebotan. Pero sí el ancla, las bolsas, la tela. Y la audacia de los GEAS para interpretar en la pantalla del sonar del buque Ángeles Alvariño. Eso ha sido determinante para poder dar respuesta a esta pobre madre con la que todos hemos muerto un poco. Es la solidaridad de un crimen atroz, como el de Rocío Caíz, que según su asesino confeso, y ex-novio, la descuartizó la misma noche de su desaparición. Estas desgraciadas familias llegan a formar parte de nuestras vidas y nuestras vidas deben solidarizarse con todos ellas. Beatriz Zimmerman, esperanzada en volver a abrazarlas, dijo que la otra posibilidad era "lo más loco". Desgraciadamente, lo más loco es lo que hizo ese miserable.
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