Lorca y los agustinos de Motril

19 de agosto 2025 - 10:19

El 16 de julio de 1936 Madrid no era un sitio seguro y Federico García Lorca cogió un tren con dirección a Granada. El poeta nace en Fuentevaqueros en 1898, año que da un apellido de números a una generación de escritores. Es también el año que España pierde sus colonias. Por la fecha en la que nace el poeta, llegan a Filipinas tres monjes agustinos: León Inchausti y Minteguía (1859-1936), vasco; José Rada y Royo (1861-1936), aragonés de Tarazona; y Julián Moreno (1871-1936), de La Rioja. Inchausti fue ordenado sacerdote en Cebú, muy cerca de donde le tendieron la trampa mortal a Magallanes el 27 de abril de 1521. Rada fue hecho prisionero cerca de Manila.

Federico hizo tres viajes a América, uno menos que Colón. En realidad fueron dos, porque los once meses que pasó entre mayo de 1929 y marzo de 1930 los dividió en sus estancias en Nueva York, como estudiante de la Columbia University, y La Habana. En la primera cultivó la amistad de León Felipe y la reanudó con Dámaso Alonso, Antonia Mercé La Argentina e Ignacio Sánchez Mejías, el torero que había reunido en Sevilla en diciembre de 1927 a ese grupo de poetas para honrar el legado de Góngora. Su paso por la ciudad del río Hudson dejó Poeta en Nueva York. “Asesinado por el cielo”, dice el primer verso, profecía del 11-S con la firma del poeta que 89 años después sigue asesinado en el subsuelo. En septiembre de 1933 vuelve a cruzar el charco. El destino es Buenos Aires. Con Neruda le rinden homenaje a Rubén Darío en el Pen Club y tanto en la capital argentina como en Montevideo pronuncia la conferencia Teoría y realidad del duende. También pasó por Montevideo y regresa a España en marzo de 1934, el año de la muerte de Sánchez Mejías y de la revolución de octubre. Aquellos monjes agustinos también hicieron las Américas. León Inchausti, después de su periplo filipino, embarcó en 1903 para Brasil. Julián Moreno salió un año antes camino de Venezuela, completándolo con misiones en Colombia y Brasil. José Rada llegó de Filipinas al convento de Berlanga de Duero, en Soria, y se fue a ejercer el sacerdocio a Brasil. Los tres agustinos, la orden del papa León XIV, tomaron los hábitos en el monasterio navarro de Monteagudo y a su regreso de Filipinas y las Américas fueron destinados dos a Monachil y un tercero a Motril. Salieron airosos de sus exóticos destinos, todos ellos rodeados de peligros, pero el 25 de julio de 1936 fueron asesinados en Motril. El mismo verano que siegan la vida de Federico con la de un maestro nacional y dos banderilleros anarquistas.

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