DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Los mayores

Al revés que Millán Astray, yo cuando oigo hablar de pistolas me echo la mano a la cultura

Pácido Fernández Viagas falleció -maldita sea- antes de los sesenta años, poco menos de la edad de mi padre y Antonio García Baquero con sesenta y tres. Qué rabia. Mis añoradísimos Jorge Martínez Reverte, Chus Cantero, Alberto Mula y Javier Aristu estrenaban la década de los setenta cuando se nos fueron. Todos ellos me parecieron en su momento gente mayor (que yo) y todos ellos se han ido dolorosa y prematuramente.

¿Qué puñetas supone la edad? Aparte de la obvia obsolescencia programada que, sabemos, viene de fábrica y fuera de la bobería de que se trata de una cuestión de espíritu, la edad son los años y el uso y abuso de los cuerpos que han trotado. Cuando el resto lo aguanta, la cabeza -que es parte de él y no precisamente accesoria- resulta valiosísima: a quién se le ocurre despreciar el conocimiento, la memoria, la huella de haber vivido. Ser viejo no te convierte en antiguo. Ser joven no te convierte en moderno. No les canso con nombres propios de lo uno y lo otro, porque ejemplos hay a cascoporro y seguro que ustedes, los lectores, tienen varios en mente.

Cuando Tamames anunció la astracanada de una moción de censura como portavoz de esa extrema derecha, contra cuyo ideario y maneras luchó una buena parte de su juventud, me temí lo peor: ya estamos riéndonos y soltando lindezas sobre su edad. Lo ha puesto a tiro, por usar la menos zafia de las frases que se me ocurren, aunque, al revés que Millán Astray, yo cuando oigo hablar de pistolas me echo la mano a la cultura. Ciertamente lo años suelen mellar dicciones y agilidades otorrinas, aunque hay casos que demuestran lo contrario. Ahora se cumplen veinte años del No a la Guerra contra la salvajada de la invasión de Irak y volvemos a oír la rotundidad y dignidad de Saramago o de Sampedro. Los dos sirvieron de referencia moral en el ya casi lejano 15-M, cuando la chavalería le hizo una enmienda a la totalidad a la democracia representativa. Mi generación desoyó la herencia inmediata y recuperó la anterior: a los exiliados o los represaliados, a los abuelos, sobre todo, llenos de dignidad y lucidez. El último gobernador civil de la República en Sevilla, Varela Rendueles, me corrigió al llamar a los vencedores "nacionales". Golpistas, señorita, me dijo con tanta convicción que hasta le pasé por alto el puñetero apelativo que sólo soporto en la tremenda copla de Enrique Montoya. Maruja Torres dijo el otro día que hay que tener más valor para envejecer que para ir a la guerra, porque al menos en la guerra existe la esperanza de sobrevivir. Cada uno se inaugura por la mañana y se clausura al terminar el día. Unos mal y otros bien. Un chistecillo más sobre viejunos y chocheos y la señora mayor que soy blande su bastón metafórico y se lía a garrotazos. Ahora tengo más puntería.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios