Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

En medio

El PP andaluz y el PSOE consumen energías en sus problemas internos mientras se eterniza la pandemia

Las aguas empiezan a bajar revueltas en el PP andaluz. Quién lo iba a decir. Un partido que llega al poder con el resultado electoral que obtuvo Juanma Moreno y con la carambola a tres bandas que lo aupó al Palacio de San Telmo tenía motivos más que sobrados para cerrar filas y tirar hacia adelante, en el convencimiento de que circunstancias como las acaecidas en diciembre de 2018 era improbable que se repitieran. Se hacía necesario, por tanto, explotar el éxito y darle solidez a una organización que, hasta entonces, salvo en el paréntesis en el que Javier Arenas acarició la Presidencia de la Junta, había demostrado una debilidad estructural digna de estudio. Pero en estos dos años han pasado muchas cosas que han hecho cambiar las perspectivas en el PP andaluz. Anotemos sólo las principales: Ciudadanos, su socio de Gobierno, se ha hundido y ha quedado socialmente amortizado; Vox, su sostén parlamentario, ha crecido hasta convertirse en una clara amenaza para la hegemonía pepera en la derecha; Pablo Casado ha sido incapaz de consolidar un liderazgo fuerte y cada día está más cuestionado. Como consecuencia de este panorama, en Andalucía se va a librar una batalla de influencias entre la dirección nacional y la andaluza. Su resultado puede ser determinante para el futuro del PP andaluz, pero también para el del PP nacional.

¿Y los vecinos del PSOE? Pues peor y con tendencia a empeorar. Peor porque a todos sus males organizativos e internos unen el de estar fuera del poder y no haber aprendido en estos dos años a gestionar su papel de oposición. Con tendencia a empeorar porque a medida que pasan las semanas se hace más evidente que la batalla va a ser complicada. Todo está a la espera de que Pedro Sánchez baje el pulgar que teóricamente debe condenar a Susana Díaz. Pero cuando eso pase todavía quedará pendiente una batalla en la que puede haber víctimas colaterales. Anotemos mientras eso ocurre -los tiempos empiezan a acortarse- que María Jesús Montero sigue huyendo de cualquier insinuación de que ella puede ser la elegida por la Moncloa para el desembarco andaluz y que Juan Espadas mantiene su silencio mientras deja hacer para ganar posiciones y esperar que el oráculo monclovita dé algún indicio de por dónde van a ir las cosas.

Materia de sobra, como se ve, para alimentar la crónica política de los próximos meses y tener leña en las tertulias que tantas horas consumen en radios y televisiones. Pero, mientras tanto, usted sigue en medio de todo esto sin saber muy bien cómo le afecta y sin que parezca que a nadie le importe que a estas alturas ignore cuándo a poder vacunarse por fin o enterándose de que para operarse en el Virgen del Rocío necesitará esperar más de 250 días con sus 250 noches. La vida en tiempos de pandemia.

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