Las melias, lo que faltaba

Las melias son como los buenos árbitros: pasan desapercibidas, pero cumplen una importante labor social

El antiguo Mercado de la Puerta de la Carne parece que ha sido víctima de una maldición. La historia del edificio es conocida. Sus desventuras arrancan del siglo pasado. Los tres últimos alcaldes -Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE), Juan Ignacio Zoido (PP) y Juan Espadas (PSOE)- presentaron proyectos variados. Puede que llegue otro alcalde con las mismas buenas intenciones. Sin embargo, el edificio de la Puerta de la Carne (que como tal mercado se trasladó a la antigua estación de San Bernardo, antes de abrir el gimnasio) sigue cerrado al público, tras haber servido para el alojamiento de okupas. Por fin empezaron las obras, pero las frenaron al poco tiempo. Y ahora, cuando parecía que iban para adelante, llega el horror: un arboricidio.

Cada vez que denuncian un arboricidio tocamos madera, y ya no vamos para adelante Sevilla, sino para atrás como el cangrejo facha. Ahí quedó. La placita existente delante del antiguo mercado (que no está reconocida en el callejero) amaneció un día llena de carteles, en los que los árboles se quejaban de que los iban a talar. La plataforma Salvatusarbolessevilla, que se escribe así todo junto, advirtió a los vecinos y transeúntes que allí se iban a cargar 11 melias. Un arboricidio a lo burro.

A esas melias nadie les echaba cuenta, ni los vecinos iban a tomar la sombra a su vera. Por el contrario, son árboles bastante sucios en determinadas épocas del año. Las melias son como los buenos árbitros: pasan desapercibidas, pero cumplen una importante labor social. Las melias son muy útiles en las ciudades porque absorben dióxido de carbono. Según Wikipedia, la enciclopedia preferida de Pedro Sánchez, "en una calle de cien metros de longitud y con diez árboles plantados, la melia absorbería al día el CO2 emitido por 10.373 vehículos". En este caso, al tratarse de 11 melias, serían alrededor de 11.400 vehículos. Algunos más de los que aparcan allí en doble fila.

Resulta que la operación arboricida es para poner veladores en la plaza que no es plaza, y para colocar las instalaciones de climatización debajo de la plaza. Es decir, que por un lado fastidian el clima a los vecinos y calientan globalmente los alrededores del puente de los Bomberos, como le dicen algunos al puente de San Bernardo; y por otro, climatizan el antiguo mercado a lo bestia, al ataque con sus serruchos, don Juan, para cepillarse a las melias.

En ésas estamos, a ver si hay arboricidio, o qué pasa allí. Las consecuencias se ven venir: otra paradiña al proyecto del antiguo mercado. Y el que venga detrás, en mayo, que se lo encuentre.

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