Crónica Personal

Pilar / cernuda

La nariz

MÁS importante que las declaraciones de los responsables políticos y empresariales, más importante que el CIS y las empresas de sondeos de mayor o menor categoría, incluso que las conclusiones de laureados analistas, más importante que todos ellos es la nariz.

La nariz de cualquiera que vaya por las calles olisqueando el ambiente que se respira, observe los rostros de las personas con las que se cruce o escuche lo que se cuenta en reuniones familiares, de amigos o del bar de la esquina. Hay motivos para la esperanza, no porque los números de Fátima Báñez sean ahora buenos, que lo son cuando rebaja el desempleo de mayo en 100.000 personas, sino porque la nariz advierte que algo cambia, y cambia para bien, aunque lentamente. Y luego están los datos: en las últimas semanas estamos viendo que alguna de las muchas personas de nuestro entorno que llevaban años sin encontrar trabajo, llaman para decir emocionados, sin creérselo todavía, que acaban de firmar un contrato. Generalmente de seis meses, pero mejor que nada, mejor que seguir desesperadamente sin nada que llevarse a la boca, enviando currículos por docenas y sin respuestas positivas.

Ha dicho Rubalcaba que tras la primavera y verano viene el otoño, y no le falta razón al líder de la oposición. Ha formado parte de distintos gobiernos y sabe mejor que nadie que el nuevo empleo actual tiene mucho que ver son la estacionalidad, con la contratación para la temporada turística. Pero las contrataciones han sido superiores a la media de los últimos diez años, lo que significa que no sólo afectan al sector servicios; además, aparecen en lontananza unas mejores perspectivas económicas, que se concretarán, según todos los expertos, en el último trimestre y a principios del 2014. Y a nadie se le escapa que la mejora de perspectivas económicas indican empleo, consolidación del ya existente y más probabilidades de que esos contratos que ahora son como mucho por seis meses -apenas el 10% de los nuevos son indefinidos- quizá puedan prolongarse durante un tiempo. Y además, entre las nuevas altas de mayo, un porcentaje considerable corresponde a jóvenes. Ya era hora.

Si a este respiro se sumara una mayor facilidad para el crédito, si el Gobierno tuviera medios para presionar a los bancos y que abrieran la mano, entonces sí que podríamos dejarnos llevar ya por un cierto optimismo y pensar que a lo mejor no está lejos el día en el que nos veamos fuera del hoyo. Mientras tanto, nos queda el consuelo de la nariz.

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