Decíamos ayer que mientras no se responda en la hierba de nada, o de muy poco, sirve lo que se haga en la moqueta. Y hoy toca hierba, que en la hierba salgan las cosas como el bético anhela. Llega un clásico de la Liga, uno de los de siempre, de ese exclusivo club que forman los tres que siempre estuvieron en Primera. Es Athletic Club, sombreros fuera, la entidad más fiel consigo misma y que vive de lo que siempre vivió, de Lezama.

Con el Athletic vivió el bético su primera gran alegría de esta era, pero el gran club vasco no emite buenas sensaciones. En los últimos años supo pescar en Heliópolis, pero tampoco eso quiere decir mucho, ya que Heliópolis ha sido caladero provechoso para demasiados en este último decenio. Ocurre, sin embargo, que la necesidad debe hacerse virtud para que el Betis, por siempre Real Betis Balompié, dé ese do de pecho que su numerosa clientela demanda.

Necesita el club que su equipo responda de una puñetera vez, que ya está bien de tanto agravio comparativo como avergüenza al bético de bien. No será tarea fácil doblegar a un equipo tan bien sincronizado como el de ese relojero de los banquillos que es Ernesto Valverde. Ahora anda en muy buena situación en la Liga y estupenda en Europa. Por si fuera poco recupera a sus dos pilares más importantes, el navarro Raúl García y el donostiarra Aritz Adúriz.

Con estos dos, Athletic es más Athletic y eso le da un plus de peligrosidad a la tarea, ineludible tarea, que ha de acometer esta tarde el Betis. Misión difícil, pero que ha de solventar el equipo de Víctor para bien de la entidad en su más absoluta totalidad. Los tiempos son procelosos, el diablo anda matando moscas con el rabo y no hace falta repetir que el presente y el futuro de la entidad está en lo que la hierba depare. Sí la hierba dice sí, lo demás llega por añadidura.