La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los riesgos de la Feria de 2025
Huelva parecía ofrecernos una imagen añorada que necesitábamos recobrar y así como nos alegra las pajarillas el soniquete de las maletas rodantes por Mateos Gago y la Alcazaba, la imagen que ayer daba Huelva con la avalancha de sevillanos que fueron a los toros reconfortaba el ánimo. Era una imagen recuperada de cuando la Sevilla del toro peregrinaba tras la estela de su torero, de ese torero que no necesita ser nombrado para dar con él. Y así como hace unos decenios íbamos en romería al encuentro de aquel milagro que eran la media verónica, el natural eterno o el trincherazo indescriptible, en este último día de julio se recuperaba el viejo rito, pero con otros oficiantes. Luego pasaría lo que tuviese que pasar, pero hay que ver cómo se viene arriba una ciudad al conjuro de una tarde de toros, sobre todo si en los carteles figuran nombres como los de ayer.
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