Los papeles del cáncer

13 de octubre 2025 - 03:07

No nos han explicado con precisión qué ha pasado en la crisis del cribado del cáncer de mama. Por qué a un determinado número de mujeres (la Junta insiste en que son 2.000) no se les avanzó en sus diagnósticos, analizando mejor las mamografías existentes o llamándolas para hacerles más pruebas. El caso es que sus expedientes se quedaron debajo en el montón del archivo. Y muchas están perfectamente sanas, pero otras, no.

La indignación, el dolor y la angustia de esas mujeres es perfectamente comprensible en prácticamente todas las casas de Andalucía porque lo han sufrido en primera persona. Pero debemos exigir más de la clase política. Mucho más, en mi opinión. El vergonzante espectáculo que se vivió en el Parlamento andaluz el pasado jueves no debería volver a repetirse. La portavoz del PSOE y el presidente de la Junta confrontaron los casos del cáncer de sus respectivos padres; el de Moreno ya fallecido; el de María Márquez en tratamiento.

Si cada uno de los 109 diputados del Parlamento se hubiese levantado a contar su caso particular, algunos en tratamiento precisamente contra el cáncer y que estaban ocupando su escaño, la sesión estaría todavía desarrollándose. ¿Y los que no tienen familia en el Parlamento? ¿Esos casos no importan?

Es compatible que la oposición exija responsabilidades en un caso tan grave, que pida una comisión de investigación en la Cámara o que pregunte al Gobierno andaluz una y otra vez qué ha sucedido, con el respeto, la educación y una cosa que existía antes que se llamaba decoro y cortesía parlamentaria y que, visto lo visto, forma parte del pasado.

Los votantes no son tontos en ningún caso. Tienen mimbres suficientes para dilucidar de quién es la responsabilidad en este caso, cómo han respondido al mismo quienes debían hacerlo; cómo han presionado buscando la verdad y defendiendo a los pacientes a quienes correspondía ese papel. Levantar fango y utilizar el dolor ajeno para fines electorales no sólo es moralmente reprobable sino que evidencia el tipo de sociedad en la que estamos inmersos. Y, sobre todo, la que vamos a legar a las generaciones futuras. Porque ya lo sabemos; cuando se salta un límite, se pierde para siempre.

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