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LOS datos de paro correspondientes al pasado mes de diciembre son levemente alentadores. Después de cuatro meses de caída ininterrumpida del empleo, y en plena recesión económica, se rompió la tendencia y diciembre registró 59.000 parados menos que el mes anterior. Ha sido el mes de diciembre más productivo desde el punto de vista del empleo desde que existen las series estadísticas del Ministerio. Como era de esperar, el empleo subió sobre todo en el sector servicios, debido a la campaña navideña, pero también ha mejorado en la agricultura, siendo Andalucía la comunidad autónoma con mejores cifras, ya que ha proporcionado trabajo a más de un tercio de los nuevos empleados. Debemos, no obstante, matizar seriamente el optimismo al que puede conducir una mirada superficial sobre estos datos. Por una parte, es significativo que a la vez que disminuye el paro también se reduce el número de personas afiliadas a la Seguridad Social, lo que parece indicar que hay un contingente de españoles que han emigrado ese mes o que han dejado de buscar trabajo ante las escasas perspectivas de encontrarlo (habrá que esperar a la próxima Encuesta de Población Activa para calibrar esta realidad). A propósito de la afiliación a la Seguridad Social, conviene no perder de vista que la SS se encuentra con las mayores dificultades financieras de su historia y que en diciembre de 2012 se ha producido un hecho novedoso: por vez primera el número de cotizantes con respecto al de pensionistas que dependen de ellos ha bajado ligeramente de dos, cruzando una frontera ciertamente peligrosa. Por otra parte, no se nos escapa el hecho de que el dato positivo que estamos comentando en materia de empleo se refiere a un solo mes. Un mes positivo que concluye un año desastroso, en el que se han perdido más de dos mil puestos de trabajo cada día, con destrucciones de empleo superiores a las registradas en 2010 y 2011. El tiempo dará o quitará la razón al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que ayer aseguró en Sevilla que algo se está moviendo en las entrañas de la sociedad española. Se refería, además de las cifras del paro, a la mejora de la confianza internacional en España y a la flexibilización operada en el mercado laboral. No queremos lanzar las campanas al vuelo, pero si estos factores se confirman y consolidan podemos estar en vísperas -hablando en términos de ciclo histórico, no de un día para otro- de un cambio de tendencia y una vía hacia la ansiada reactivación. Es lo que espera la sociedad española: que el dato de la bajada del paro en diciembre no sea puramente estacional, sino augurio de que nos orientamos hacia el final del túnel.

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