La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
CLARO como el agua clara, como el agua que baja del deshielo sin que haya habido tiempo a que la mano del hombre la contamine. Está claro que con los toros no van a acabar los antitaurinos sino los que manejan la barca, esos taurinos que organizan esperpentos como la goyesca con predominio de toros desmochados y sin un mínimo de trapío para lucimiento, además, de personajes que andan en todas las salsas. Está uno al tanto de lo que pasa en el ruedo ibérico y comprueba que no se llena una plaza ni por casualidad a no ser que haya puro, clavel y paparazzi. En Cataluña no han apuntillado los toros los insufribles antitaurinos sino la progresiva falta de afluencia a la Monumental. Falta de afluencia por una mala gestión de la plaza tras la muerte del viejo Balañá y por la forma en que se ha dejado languidecer a la afición en las últimas generaciones. O sea que el enemigo está en casa, no se olvide.
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