Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

La playa de Sevilla

ES conocida por repetida, la frase de Juan Belmonte cuando le preguntaron cómo podía haber llegado a gobernador civil un banderillero que había toreado con él. Ya saben lo que el torero contestó: "Pues degenerando, degenerando...". Así me parece que ha ocurrido con el recinto del lago de la Expo 92, que poco a poco, degenerando, degenerando... se ha convertido de Lago de España en parque temático y ahora en parque acuático, como muchos de los que hay en cientos de lugares, perdiendo la singularidad que significaba su diseño original, aunque ahora se nos presente como una novedad.

Puede que haya motivos económicos y laborales para garantizar la viabilidad de la empresa y el mantenimiento de los puestos de trabajo. Y celebro que en la actual situación de crisis económica y de paro insoportable en nuestra ciudad, una empresa radicada en Sevilla, Isla Mágica, haya encontrado un socio y un nuevo contenido, Agua Mágica. Y que muchos sevillanos y forasteros encuentren un ocio agradable a su alcance en el verano. Pero esa circunstancia no puede hacer que no pensemos de manera crítica con el camino recorrido por el Lago de España hasta hoy. Poco a poco se ha ido convirtiendo de recinto con vocación de carácter público y legado extraordinario de la Expo 92 de un nuevo paisaje (un lago urbano) para la ciudad, en un conjunto de atracciones, en las que se ha degradado parte del patrimonio heredado. En este último paso del que hablamos, con la viabilidad y el pragmatismo por argumento y de nuevo con la técnica del collage, se ha cortado y pegado, encajando en los espacios libres y en trozos del anterior espacio Quetzal nuevas atracciones de agua. Eso me parece. Cuando este abierto completamente ya lo veremos con detalle.

Pero pensemos en el futuro y olvidemos por un momento, que es mucho olvidar, por ejemplo, el estado del Jardín Americano y el abandono y la pérdida casi irreparable del parque de maquetas Andalucía de los Niños. Eso por hablar solamente de espacios y recintos de la Expo 92. Centrémonos en el nuevo proyecto de parque acuático y su futuro. Por los puestos de trabajo le deseo que le vaya bien. Aunque en sí mismo es un parque acuático más. Y ya existe otro en Sevilla, Aquópolis. Pero ¿quién soy yo para decir si son muchos dos o tres parques acuáticos en la ciudad? De todas formas no sé quién les ha aconsejado presentarse como la Playa de Sevilla. Es una etiqueta medio mítica, medio gafe. Desde la playa de María Trifulca, siempre evocada cuando se habla de las riberas del Guadalquivir y los años treinta sevillanos, incluida la Guerra Civil. Hasta llegar a las propuestas más recientes, como la de Alejandro Rojas Marcos en su campaña de 1999, que presentó un proyecto de playa fluvial en el Meandro de San Jerónimo. El señor Rojas Marcos perdió aquellas elecciones municipales y de la Playa de Sevilla nunca más se supo. Hasta ahora. Ojalá ahora sea otra historia. Pero mis buenos deseos para las inversiones y los empleos en Sevilla, no pueden hacer que no piense en las oportunidades perdidas y asumir que este es nuestro nivel como ciudad. Es duro.

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