Puigdemont y Pujol, de rositas

01 de noviembre 2025 - 03:10

Puigdemont está disgustado porque Pedro Sánchez no le cumple. Le ha sacado todo lo que podía y busca para la próxima carrera electoral la pista de la derecha, la suya natural. A la Convergencia de Pujol y a sus herederos de Junts les ha ido tan ricamente de socios de investidura del bipartidismo nacional. Es curioso que acabaran en la cárcel Rodrigo Rato y Santos Cerdán. El primero, intermediario con Pujol en 1996 en el Pacto del Majestic para que apoyaran a Aznar. Y el segundo, apoderado de Sánchez para su investidura en 2023, negoció con Puigdemont el Pacto de Bruselas. Sus interlocutores fueron a prisión, pero Pujol y Puigdemont se han ido de rositas.

Jordi Pujol tiene 95 años y el 24 de este mes se inicia en la Audiencia Nacional el juicio contra él y sus hijos. El clan Pujol está acusado de cohecho, tráfico de influencias, delito fiscal, blanqueo, prevaricación, malversación y falsedad. En 2014 el padre confesó tener millones de euros de dinero negro en Andorra. Desde hacía años se rastreaban las aportaciones a la fortuna familiar. A cambio de la investidura de Aznar, en el Majestic se pactó que el PP respaldaría a Pujol en el Parlament y el nuevo Gobierno central daría más autonomía fiscal al Principado y nuevas competencias.

Nueve años más tarde, el presidente de la Generalitat Pascual Maragall le espetó a Artur Mas en el Parlament: “ustedes tienen un problema y ese problema se llama tres por ciento”. Hasta entonces sonaba sottovoce un runrún sobre mordidas por la adjudicación de obra pública, pero aquello fue un cataclismo: Convergencia huyó hacia el independentismo. A sus siete diputados en el Congreso, Puigdemont les ha sacado petróleo en beneficio propio, con una amnistía que pasó factura a Pedro Sánchez, porque hasta que el PSOE no necesitó los votos de Junts la calificó de anticonstitucional. Y si no se ha aplicado al jefe de la rebelión catalana contra la Constitución en octubre de 2017, ha sido por la resistencia de la poderosa derecha judicial.

La semana en la que se acabó la mayoría parlamentaria que llevó al poder a Sánchez en 2018, Santos Cerdán seguía en la cárcel acusado de organización criminal, cohecho y tráfico de influencias. Y Rodrigo Rato está en libertad condicional tras cumplir cuatro años y medio de prisión y pendiente de otro juicio por blanqueo de capitales, fraude fiscal y corrupción. El próximo que pacte con los nacionalistas catalanes, que le ponga antes una vela a la Virgen de la Merced.

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