La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El punto negro de la Plaza del Salvador

Hace años que por desgracia el ambiente no es el más apropiado para el retorno de la Lanzada y los Panaderos Los riesgos del Santo Entierro Grande

Un nazareno.

Un nazareno.

El Miércoles Santo ha pasado a tener un punto más que negro en los últimos años: la Plaza del Salvador. El paso de dos cofradías con misterios muy atractivos en horario nocturno y el hecho de ser vísperas de un festivo concentran una altísima cantidad de público, juvenil en muchísimos casos. Quienes hemos pasado por la plaza momentos antes de la llegada de la Sagrada Lanzada, y no digamos de Los Panaderos, hemos comprobado que el ambiente no es el más propicio para una cofradía. Hay veces, demasiadas, que el público de Semana Santa ruge más que ora. Debe ser incómodo y hasta desagradable para los propios nazarenos. No ayuda que tampoco haya mucho margen de tiempo para limpiar la plaza cuando termina de pasar un cortejo antes de que llegue la cruz de guía del otro. La noche del Miércoles se encanalló cuando hace unos años se produjo una reyerta en la calle José Gestoso a altas horas de la madrugada del jueves. El mal ambiente marca el final del Miércoles Santo en el eje del Salvador con Cuna.

Esta noche veremos si hemos mejorado en algo o, si por el contrario, aparecen problemas nuevos en otros lugares, pues no se olvide que la Semana Santa está en constante evolución en materia de seguridad. Muchos recordarán los difíciles años ochenta en Arfe y los complejos años noventa en la Gavidia. Cada tiempo tiene sus retos. El de esta noche exige la máxima tensión de las autoridades, pues no es de recibo que dos cofradías retornen en el ambiente tan degradado de los últimos años. Demasiada gente sale a la calle en Semana Santa sin importarle cuanto ocurre en la calle. Desde el momento en que se acepta oficialmente que el horario tope de entrada de una cofradía son las tres de la madrugada se asume un riesgo elevado de incidentes.

Deseamos que la transición del Miércoles al Jueves sea amable, que cumpla su objetivo la reordenación horaria, que el público mayoritariamente respetuoso sea el que acompañe a las buenas cofradías en sus retornos, que de la noche no haya más que comentar la luna con la que todos los cofrades sueñan y que, por supuesto, los señores del Cecop no tengan ningún trabajo más allá del rutinario. En el Salvador solo queremos restos de cera, no vidrios rotos. La plaza, la calle Cuna y la Virgen panadera que cierra el día en este recorrido son una hermosa combinación que ningún factor debería poner en jaque en las horas que la ciudad bulle ya de forma intensa porque vienen los días marcados por una liturgia especial. Que sólo se oigan las marchas esta noche, no ningún tipo de alarido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »