AFORTUNADAMENTE, y aunque sólo sea muy de vez en cuando, se tropieza con motivos agradables en esta vida preñada de telediarios que parecen llevar la firma de Tarantino. Tanta tragedia real y tanto reality que no parece lógico llega una parada en el camino para encontrarnos con la sorpresa de que RTVE va a dedicar la semana a rememorar a un hombre que fue santo y seña de la casa y pionero en el arte de mostrar aspectos de la Naturaleza inimaginables hasta que apareció él. Hace treinta años de que Félix Rodríguez de la Fuente se estrellara en Alaska y de nuevo tendremos en la sala de estar El hombre y la Tierra con su sintonía de García Abril para imágenes del lobo o del propio Félix eludiendo la dentellada de una enorme anaconda. Insisto en que surgen de vez en cuando motivos para reconciliarse con una vida cada vez más crispada y, a la vez, más necesitada de gente como el amigo Félix.
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