El retablo del amor

Los retablos cerámicos hacen presente a Dios en las calles y administran a deshora nuestras sagradas imágenes

20 de octubre 2023 - 01:00

Hoy, viernes del Señor en San Lorenzo, es un buen día para recordar, en coincidencia con la finalización de la espléndida restauración integral del monumental retablo cerámico del Cristo del Amor por un equipo multidisciplinar dirigido por Carlos Peñuela, que la costumbre de colocar retablos enmarcados en arquitecturas en los muros de los templos, reproduciendo fielmente las sagradas imágenes que en ellos reciben culto, se remonta al 31 de marzo de 1912, día en que se bendijo el pionero retablo del Gran Poder, obra del gran maestro Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela (1866-1926), enmarcado en una arquitectura con tejadillo en el muro de la fachada de San Lorenzo que correspondía a la capilla del Señor. El modelo estaba creado. Seis años después el marqués de Benamejí pintó el de la Amargura reproduciendo la misma estructura arquitectónica. En 1921 el maestro Rodríguez y Pérez de Tudela realizó el de Jesús Nazareno de la fachada de San Antonio Abad y en 1923 el de la Esperanza Macarena, su última obra, que remata el arco del que –como allí está escrito en el único pregón esculpido en mármol– “tomó posesión solemne la que es Hija del Eterno Padre, Madre del Verbo Divino, Esposa Inmaculada del Espíritu Santo, amor de los amores de Sevilla y Esperanza única de los mortales”.

El 18 de noviembre de 1930, ocho años después de la llegada de la Hermandad al Salvador, se bendijo el monumental retablo cerámico del Amor, único de Sevilla que reproduce la imagen del Cristo a tamaño natural. Fue donación de Manuel Casana y obra de Enrique Mármol Rodrigo (1900-1952), que como Belmonte fue un trianero nacido en la calle Feria, extraordinario artista formado en la fábrica de Mensaque y Vera, y de Manuel Cañas Martínez (1869-1954), pintor tardíamente dedicado a la cerámica y figura fundamental de la pintura mural, la decoración y la cerámica de la Sevilla de la Exposición Iberoamericana.

La importancia artística de este y otros retablos justifica, si no exige, que sean declarados Bien de Interés Cultural. Su importancia devocional, haciendo presente a Dios en las calles de Sevilla y administrando a deshora nuestras sagradas imágenes, quedó de manifiesto en los días más duros del confinamiento en los que hacían guardia en los muros de las iglesias cerradas para consuelo de quienes, en las brevísimas salidas imprescindibles por calles desiertas, rezaban una oración ante ellos.

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