La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
Incendios aparte, el verano ya extinto nos dejó otras noticias no menos pavorosas. El verano no deja de ser últimamente una trama de siniestros y malentendidos. El 30 de julio el alcalde de Vigo, Abel Caballero, bendecía el inicio del montaje de la iluminación navideña en Porta do Sol bajo treinta grados (y subiendo). El lugar elegido concitaba una redundancia sádica. Con todo impudor, el regidor se hizo la foto mostrando la V de la victoria con los dedos índice y medio. Se le veía riente y cruel, por completo ajeno a las funestas consecuencias que su victoria tenía y tiene sobre sus anónimas víctimas. Anunció que Vigo lucirá como una titilante ecogalaxia con 12 millones de luces led. No contento el torturador, anunció además que ya está trabajando en la Navidad de dentro de dos y tres años. El tiempo debe concebirlo como un ejercicio de canibalismo.
No duda uno de que el regidor es una bellísima persona. Pero debe desconocer el alcance de su crueldad cuando cada año adelanta su fanfarria navideña para escarnio y suplicio de quienes sentimos a distancia de las Islas Cíes y del estadio de Balaídos que el tiempo se burla de nuestra orfandad. Cada año lo hace con más saña. El prematuro camino al simulacro de la Navidad nos señala el inicio del destierro a los peregrinos habituales. Quiere decirse los tristoides, los huérfanos, los extrañados. Todo se echó a perder cuando la Navidad se convirtió en artilugio para el entretenimiento. De ahí la hostil zambomba, el tardeo de los insoportables entre copas y villancicos con gorgoritos. El milagro precioso del pesebre pasó a fundido en negro.
Aquí, en tierra de aborígenes, el muy leído compañero Manuel Ruesga se anticipó aún más de forma involuntaria a las fechas de nuestro óbito. El 9 de julio ya anunció fecha y hora para la cita más fúnebre del año. El alumbrado navideño tendrá lugar en Sevilla el 28 de noviembre. Ajena también a nuestro desvalimiento, la compañera Paz Seco ha puesto ahora números a la desamortización y el cruel desamparo: 1.998.779,80 euros. Es el gasto previsto en luminaria. Me pregunto si el alcalde Sanz pretende competir con su colega vigués en cuanto a maneras de sádico manirroto. El 1 de octubre comenzará la instalación de la tramoya. Cuando el 28 de noviembre se enciendan las luces navideñas se producirá el gran apagón de los sospechosos habituales.
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