José María / Del Nido /

Un sevillano enorme, un sevillista fundamental, por José María del Nido

30 de noviembre 2012 - 01:00

POLIFACÉTICO. Ésa es la palabra. Gabriel Rojas tocaba todos los palos. Para definirlo, seguro que no nos equivocamos si decimos que era un sevillano enorme, sensible a todas las tradiciones de nuestra singular ciudad. Sólo hay que ver la variada mezcla de personalidades del arte, la economía o el deporte que se dieron cita en el Tanatorio de la SE-30 este jueves en la misa que se ofreció por su alma, para entender la tamaña dimensión de la figura de un empresario irrepetible y un sevillista verdadero, que cuando tuvo que decir presente lo hizo sin titubeos ni dudas.

Gabriel Rojas fue un ejemplo de emprendedor. Gozaba de lo que muchos que históricamente han atesorado capital en Andalucía no han tenido: visión de negocio, talento para saber arriesgar y, lo que es más importante, para saber ganar. Constructor, su grupo empresarial ha levantado miles de viviendas en Andalucía. Barrios como Los Remedios, El Cerezo o Sevilla Este tienen su firma. Rojas era una garantía de éxito y no cesó de abrir nuevas fronteras, por ejemplo en Chipiona, Rota o San Fernando. También, dado su amor por los toros, tocó con tino los negocios ganaderos. Macareno de pura cepa, a su muerte tenía el número 13 en su hermandad del alma. Y fútbol, claro, mucho fútbol. Del Sevilla FC era nuestro socio número 10, nuestro ex presidente en los años ochenta, nuestro vicepresidente primero a lo largo de todo el mandato de Eugenio Montes Cabeza, pero, sobre todo, uno de los grandes artífices de que se cerrara por fin nuestro Estadio Ramón Sánchez Pizjuán a mediados de los setenta. Porque el anhelo de Montes Cabeza de concluir el estadio no se hubiera podido llevar a cabo sin el apoyo financiero que prestó Gabriel Rojas, que avaló con su patrimonio gran parte del proyecto. Y lo avaló porque, como siempre que invirtió en algo, estaba convencido del éxito y, obviamente, por su indudable militancia sevillista, alimentada, también, por su mujer, Lola, una seguidora de Nervión de bandera, que nos dejó en 2011 y con la que Gabriel estará ahora en el tercer anillo, presto a ver los triunfos de su Sevilla FC.

Gabriel Rojas fue presidente en unos tiempos difíciles, tanto a nivel deportivo como económico, pero supo estar a la altura, con ese talante de la vieja guardia que heredó de Don Eugenio. Tras su marcha volvió a dar muestras de su compromiso con el Sevilla FC en el 92, cuando se ofreció a comprar las acciones que no se pudieran adquirir en la reconversión de club a sociedad anónima, para poner éstas luego a disposición de los sevillistas.

Ése era Gabriel, un buen hombre, un sevillano de altura, un empresario modelo y un sevillista que siempre estuvo a las duras. Descanse en paz.

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