El socialismo imposible

20 de julio 2025 - 03:11

Partamos de una realidad histórica evidente: todos los regímenes socialistas acaban necesariamente en la pobreza. No importa lo inteligentes que resulten sus líderes: el resultado será siempre el mismo. Y es que el socialismo no ha funcionado, ni funcionará nunca, porque se apoya en una contradicción irresoluble: si los empresarios, en un marco de libertades, son los únicos creadores eficaces de riqueza y los gobiernos socialistas, sin embargo, buscan el control absoluto de la economía, la consecuencia no puede ser sino un sistema fallido. Entre la libertad, que genera bienestar, y un control férreo, que asegura la conservación del poder, el socialismo elegirá siempre lo segundo. Prefiere un pueblo pobre con un gobierno intocable que un pueblo próspero con un gobierno débil (en el sentido de abierto a opciones diferentes). Ignora, o quiere ignorar, que la riqueza, antes que del bien, de la justicia o del poder, procede de la libertad, de un mercado exento de opresiones inexplicables y generador de bienes accesibles a la mayoría.

El socialismo, al erradicar la propiedad privada y los mercados, y, por ende, hacer indetectable la escasez, elimina cualquier cálculo económico racional. Al tiempo, permite presupuestos blandos, que impiden descartar métodos de producción ineficientes. Al abolir la propiedad privada, además, deja al individuo sin auténticos incentivos. Por último, justamente porque no hay propiedad privada ni mercado libre, inhibe la coordinación económica del sistema de división del trabajo y del capital. El gran error de la planificación socialista es suponer que la gestión empresarial puede ser sustituida por la de una casta burocrática que, sin escasez relativa y sin un sistema mercantil de fijación de precios, sólo gerencian, y mal, en base a una inútil obediencia. Regímenes que se autodenominan socialistas y rinden, lo hacen por haber cedido todos o parte de sus principios económicos. Es el caso de la socialdemocracia o del excepcional equilibrio chino.

Dice el economista Paul Craig Roberts que todos deberíamos estar agradecidos a los soviéticos porque, con todo el tiempo y todos los medios a su disposición, probaron que el socialismo no funciona. Por supuesto, crea cada cual el cuento que quiera. Pero ésta es, entiendo, una verdad irrefutable.

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