Opinión | Pisando área
Jesús Alba
El Olimpo es más Olimpo con Iniesta y Nadal
Continúa sombreando el universo Betis la figura de Manuel Ruiz de Lopera. Inasequible al desaliento y más alargada que nunca, el prócer del Fontanal no se cansa ni en un verde, verde que te quiero verde. No contento con haberle vendido su amado Betis al insigne Luis Oliver y de haberle sacado al club una indemnización que avergüenza a todo bético de bien, sigue queriendo más, no se cansa el hombre de defender sus derechos.
Unos derechos que no se acaban, según se desprende de la última pelea sostenida en sede judicial con su queridísimo Real Betis Balompié. Con su batería de abogados ilustres sabe dónde encontrar esa cláusula incumplida por el Betis para la enésima facturación. Defenderse legalmente es un derecho indudable y Don Manuel es un experto a la hora de abrigarse legalmente mediante juristas de prestigio, de esos que cuando cogen la presa no la sueltan así que pasen los años.
Vive el Betis uno de los pocos momentos de gozo que le da la contemporaneidad y hasta lo rodean plataformas que piden unión en la bonanza tras muchas tempestades cuando las vacas flacas. Y en éstas estamos cuando resurge como de ultratumba la figura del hombre que pudo tener monumento en su ciudad de Sevilla, ecuestre a ser posible, de haberse conducido con algo de normalidad, pero la normalidad es una cualidad que rara vez casa con la avaricia.
El millón setecientos mil euros que, si los recursos béticos no prosperan, deberá abonarle el club a Don Manuel es, por el momento, la última jugada entrambos contendientes. Lo de por el momento es porque quién sabe qué cláusula incumplida quedará por los vericuetos de la legalidad imperante a la que asirse Don Manuel. Hay que ver con la de veces que juraba su beticismo y cómo de niño iba al campo en la moto con su padre; y hay que ver la de gente que nos lo creímos.
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