NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Si alguien duda de que vivimos en un Show de Truman en el que nos toman por Truman, debería valorar, vistos los últimos episodios de la serie política, que a los guionistas se les está yendo de las manos la historia que se trastabilla enredada en un delirio aturullado. Sin orden, ni argumento. Nuestro día a día es un slapstick. Un alocado astracán carente de gracia y sin la elegancia de la screwball comedy, lleno de golpes, caídas y persecuciones que acaba en una batalla de tartas en cada pleno del Congreso. Si esto no es ficción, deambulamos en uno de esos sueños surrealistas llenos de sombras que se diluyen como en una película expresionista.
Porque si no, ¿cómo se explica racionalmente que quienes derrochan dinero a manos llenas con sus embajaditas catalanas de la señorita Pepis, su deuda desmesurada y su continua decadencia acusen de despilfarro a la Junta de Andalucía, por muy cuestionables que sean las deducciones fiscales que ha anunciado? Al infantil “eso es gol porque la pelota es mía” del señor Turull, se le corea un Tururú Turull, que es lo mismo que le deberían soltar los telefonistas andaluces a quien les exija contestar en catalán si se aprobara la última cacicada del Nobel por aclamación progresista.
No sé si el señor Sánchez es candidato al Nobel de la Paz, premio un poquito devaluado hace mucho y que ha contado con inconcebibles galardonados y sobre todo con candidaturas disparatadas. Desde Hitler o Stalin hasta Michael Jackson, porque los puede proponer casi cualquiera. Lo que me extraña es que no lo esté el señor Putin con la cantidad de seguidores extremistas que atesora. Que lo mismo sí. Aunque yo, al presidente Sánchez se los daría todos: el de Química, por la obtención de una aleación frágil y resistente de progresistas con elementos reaccionarios; el de Física, por la sublimación de la paradoja del gato de Schrödinger en Gobierno de Sánchez que manda pero el culpable es la oposición; el de Medicina, por su técnica de respiración asistida gubernamental con dosis de continuas de amnistitina, cesionol y compravoticilina; el de Economía, por su testado procedimiento de endeudamiento a manos llenas sin Presupuestos y el de Literatura por su inconmensurable capacidad para crear historias que se diluyen en la nada transformándose en su némesis antagónica en el espacio de un microrrelato. Y porque no hay más.
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