La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La vergüenza americana

Estados Unidos es el único país entre los democráticos occidentales en el que sigue vigente la pena de muerte

Tras la última ejecución llevada a cabo en Alabama –la primera aplicada por asfixia con gas nitrógeno– vuelve a caer sobre Estados Unidos la vergüenza de que en 27 estados esté vigente la pena de muerte. Una encuesta de Gallup de 2023 arrojó que, por primera vez desde que se realiza la medición, el porcentaje de estadounidenses objetores de la pena de muerte superaba a sus defensores. Parece una buena noticia, pero no lo es. Que, en un país tan avanzado, que ha representado desde su creación una esperanza de libertad para el mundo –y algo más que una esperanza para Europa en las dos guerras mundiales–, se considere una buena noticia que haya más ciudadanos contra la pena de muerte que su favor, pasándose del 61% que la apoyaba a menos del 50%, es un error. Porque con más o menos apoyos, el hecho que la pena de muerte esté vigente mete a una de las dos democracias más antiguas del mundo –con China, Irán, Arabia Saudita y Egipto– en el quinteto de los países en que más ejecuciones se llevan a cabo.

Unos expertos dicen que la asfixia con gas nitrógeno produce una muerte dolorosa y otros que una muerte dulce que deja inconsciente en menos de un minuto. Aunque es evidente que para el ejecutado no es lo mismo una muerte rápida e indolora que una lenta y dolorosa, no se debe entrar en esta discusión: hay que rechazar la pena de muerte en toda circunstancia y a través de cualquier medio, por muy humanitario que sea. En 1792 los doctores Antoine Louis y Joseph Ignace Guillotin, ilustrados y compasivos, crearon la guillotina por razones humanitarias, para producir el menor sufrimiento, y de igualdad social, porque hasta entonces la decapitación era un privilegio reservado a las clases altas y la Asamblea Legislativa había decretado que todos los ciudadanos debían ser iguales a la hora de ser ejecutados. El igualitario y humanitario artefacto estuvo en uso en Francia hasta 1977.

Buscar la forma más humanitaria de llevar a cabo algo tan primitivo, brutal y bárbaro es una forma hipócrita de retorcer esta palabra. Como reiteró el Consejo de Europa el pasado 10 de octubre, Día Europeo y Mundial contra la Pena de Muerte, esta “es un castigo inhumano y degradante, que representa la negación definitiva de la dignidad humana. Fracasa como medio de disuasión de los actos criminales y la pena capital convierte en irreversibles los errores judiciales”.

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