La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Uno de los principales problemas de la sociedad española actual es conseguir una vivienda. Los precios suben en compraventa y en alquiler. Sobre todo, en las grandes capitales y zonas turísticas y costeras. Casi la mitad de las hipotecas concedidas son para invertir y no para habitar, dada la alta rentabilidad del mercado de la vivienda. El alquiler sigue ganando terreno ante el encarecimiento de la compra y la inversión extranjera sigue impulsando los precios en las costas. A grandes trazos esta es la situación que no parece fácil, pero no hay más remedio que afrontar.
En los años 60, el rápido desarrollo económico de España y la emigración del campo a la ciudad disparó la demanda de vivienda. La Obra Sindical del Hogar recibió la orden de construir a una escala sin precedentes, haciendo de la estandarización la estrategia clave para la producción masiva de viviendas. Se utilizaron unos pocos tipos de viviendas con distribuciones similares, simplificando la planificación. Se emplearon patrones de diseño repetitivos (por ejemplo, el ancho de los huecos de las ventanas, la altura de las plantas, las separaciones entre muros de carga), lo que permitió el uso de elementos prefabricados (vigas, viguetas, bloques) y minimizaba los ajustes en obra. La imagen urbana fue repetitiva en barrios y polígonos, pero se resolvió el problema. Pregunten a los vecinos del Polígono de San Pablo.
En estos momentos los muebles son seriados o modulares en nuestras casas. Los modernos tallajes y la mejora logística permiten acceso fácil, barato y masivo a la ropa. La industrialización lo ha permitido. ¿Cuándo fue la última vez que compramos un vestido o un traje a medida en un modisto o un sastre? Hace tiempo que la ropa de lujo no deja de ser un pret a porter distinguido. Para un talento como Giorgio Armani, siempre estuvo claro.
Pero en la vivienda seguimos pensando que tenemos dinero para comprar una vivienda construida tradicionalmente. Y eso pasó a la historia para la mayoría. Aún hay sectores reacios a invertir en la industrialización de la vivienda, pero es el futuro. Si queremos afrontar el problema de la vivienda, el sector público debe poner a disposición suelo edificable y urbanizado y con todos los servicios resueltos. Y España debe pasar del 1% de viviendas industrializadas, al 10% que representa la media europea, con picos del 40% en Países Bajos. La productividad en la construcción española se sitúa en un 20% por debajo de la media Europa. Hay que olvidarse del albañil poniendo azulejos uno a uno en los cuartos de baño e instalar baños compactos, bien terminados en fábrica, solo para conectar. En ese camino tendremos menores costos, ahorro de tiempo, más calidad de acabados, mejoras laborales y con la informatización de los procesos, un diseño más flexible y habitable. ¿No se apuntan?
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