TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

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En estos días veraniegos de canícula cada vez más habituales, cuando caminamos resignados sobre el asfalto ardiente de nuestras calles y aceras, uno aprecia el valor de la sombra de un árbol, si es que tiene la suerte de dar con alguno. Por desgracia, buena parte de nuestros ayuntamientos (o incluso particulares) –en las escasas zonas verdes de las que disponemos– prefieren invertir en plantaciones de parterres de “florecitas” y césped en vez de apostar por un buen arbolado que se desarrolle y dé sombra.

Nuestro país no tiene el clima de los países nórdicos, es un clima mucho más caluroso en el que para mantener el césped en buenas condiciones hay que invertir en instalaciones de riego y mano de obra, y aun así con dudosos resultados.

Con los mismos litros de agua y la misma inversión se podrían plantar cantidad de árboles de sombra: plataneros, almeces, tilos, moreras... que tan sólo necesitan riego durante los dos primeros años de adaptación y una vez desarrollados, el beneficio para los ciudadanos es mucho mayor que el que nos ofrecen cuatro florecitas o unos metros de césped reseco.

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