Ciertamente, la crisis del coronavirus ha golpeado con fuerza al sector de la movilidad y las instraestructuras laborales y sociales. Y las empresas forman parte de la sociedad, contribuyen a la creación de riqueza y empleo, y por ello son parte de la solución. Con una deuda de la Seguridad Social que roza ya los cien mil millones de euros, Bruselas nos está llamando al orden para que pongamos las cuentas en condiciones. Si partimos del mercado laboral, vivimos un momento de convulsión provocado por los efectos de la emergencia sanitaria desatada por el coronavirus, y los datos son desastrosos.

Aparte de esto, que nos ha llevado a cerca de cuarenta mil fallecidos, tambien se ha producido una de las mayores torpezas protagonizadas por el Gobierno socialcomunista, que llegó a acuerdo con Bildu para derogar la reforma laboral, lo que abre serias interrogantes sobre cómo y qué se puede aprobar en materia de política económica una vez superada la fase aguda de la epidemia, teniendo en cuenta a sus representantes separatistas y podemitas. ¿Qué negociaciones nos esperan para salvar nuestra eonomía? Que Dios nos coja confesados.