CAMBIO de nombre y cambio de partido en la Alcaldía de Sevilla. Desde este sábado José Luis Sanz asume la responsabilidad de gobernar la capital de Andalucía. Como quedó claro durante su toma de posesión el objetivo prioritario del nuevo alcalde es poner Sevilla a funcionar y para ello no vale sino acometer acciones de forma inmediata. Los sevillanos tienen que percibir que algo ha cambiado. La Sevilla que recibe Sanz adolece de problemas que viene de lejos y ante los que se han estrellado las administraciones anteriores y todos los citó Sanz en su investidura: la limpieza en las calles, una de las asignaturas pendientes que más enfada a los sevillanos, un turismo masivo y poco planificado que está disipando la personalidad de su casco histórico o la necesidad de poner al día unas infraestructuras diseñadas para la Expo y hacer de verdad una red de Metro. La movilidad es uno de los dislates de una ciudad que arrastra desatinos urbanísticos que han deteriorado enclaves con tanta personalidad como La Palmera o Nervión y sigue soportando la lacra de tener los barrios más pobres de España. Este va a ser el mandato de los barrios, dijo un alcalde que se autocalificó de “reivindicativo” frente a San Telmo o la Moncloa. Póngase Sanz manos a la obra para construir la gran urbe del sur de Europa que sea una referencia en la fortaleza social, económica –cortando la excesiva dependencia del turismo– y cultura. Sevilla no ha sabido hasta ahora aprovechar el enorme potencial de su marca en el mundo de la ópera, por citar un ejemplo palmario. Sevilla es una ciudad con muchos déficits, pero también llena de oportunidades. A resolver los primeros y potenciar las segundas debe dedicarse el nuevo alcalde al que los ciudadanos han dado un voto de confianza que ahora debe ser respondido con hechos.