La tribuna

El debate entre Argüello, Sánchez y Planellas

El debate entre Argüello, Sánchez y Planellas
Rosell
Juan Ramón Medina Precioso
- Biólogo Y Escritor

Antes de analizar las recientes declaraciones de Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, conviene conocer algunos datos de su biografía. Nacido en 1953 en un pueblo palentino, estudió como alumno interno en un colegio de los Hermanos La Salle de Valladolid, obteniendo el Premio Nacional de Bachillerato. Después estudió Derecho en la universidad de esa ciudad, licenciándose con Premio Extraordinario. No estamos, pues, ante ningún mindundi iletrado, sino ante un empollón inteligente. Para mayor desgracia de sus detractores, combinó su brillante dedicación académica con la tarea de representar a los estudiantes en su Facultad. Era uno de esos ilustres delegados de curso que tanto contribuyeron a la transición a la democracia. Y, por si fuese poco, lo hizo desde una posición que, si no fuese por el desprestigio que ha acumulado esa palabra en los últimos años, calificaría de progresista: participó en la Junta Democrática, que lideraba el PCE, y también en la Plataforma de Convergencia, que lideraba el PSOE. Es más, ayudó a una candidatura municipal de este último partido. Lo que frustró su ascendente trayectoria fue que, en vez de dedicarse a falsificar ninguna tesis doctoral, sintió la llamada de la fe, ingresó en el seminario y, degenerando, acabó presidiendo la Conferencia Episcopal Española.

Entrevistado en La Vanguardia, a Argüello le preguntaron por el bloqueo de la situación política. Teniendo en cuenta que el Gobierno no ha logrado aprobar ningún PGE en esta legislatura, declaró que solo veía tres soluciones: moción de confianza, moción de censura o convocatoria de elecciones. Al parecer, el cura no había abandonado las convicciones democráticas de su juventud, pues solo dijo lo mismo que habrían dicho casi todos los dirigentes democráticos europeos. No repetiré los numerosos casos de corrupción del entorno más directo del presidente, ni su obstrucción de las denuncias contra los acosadores sexuales de su partido, ni su extrema dependencia de los partidos separatistas. Y no lo haré porque cualquiera que no haya comprendido por su cuenta que, desde la perspectiva democrática, la situación política actual es insostenible no va a cambiar de opinión por más que le detallemos los motivos por los que Argüello hizo esa petición. Cualquier sanchista que se precie seguirá pensando que a los españoles le renta que ocupe Sánchez la presidencia del Gobierno y replicará que las legislaturas duran legalmente cuatro años. Y lo hará sin percatarse de que precisamente Sánchez accedió a la presidencia mediante una moción de censura que truncó la duración normal de la legislatura, ni que lo hizo una semana después de que se aprobasen los Presupuestos nacionales. Pero así son los sanchistas: reprochan a la oposición que pida elecciones antes de tiempo porque llevamos varios años sin Presupuestos cuando ellos acortaron la segunda legislatura de Rajoy aun habiendo Presupuestos.

El caso es que tanto Sánchez como el ministro Bolaños han reprochado a Argüello que haya roto la neutralidad política a la que están obligados los altos eclesiásticos y le han sugerido que se presente a elecciones en algún partido de ultraderecha. No creo que pedir lo que indica la Constitución para situaciones políticas como la actual sea romper ninguna neutralidad, pero me interesa más recalcar una parte de las declaraciones de Argüello que han pasado casi desapercibidas: pidió que se clarifique el significado del punto 2 de la Constitución, añadiendo que convendría especificar qué queremos decir con nación, nacionalidad y región. De eso nada han dicho Sánchez ni Bolaños, pero Planellas, arzobispo de Tarragona, ha suplido su omisión: “Tenemos que subrayar la existencia de la nación catalana, que exige una adecuada estructura política que haga viable los derechos, esos rasgos nacionales que tiene Cataluña”. Si bien Planellas reconoció que “no es la Iglesia la que tiene que decir cómo se ha de desarrollar esta realidad”, eso no borra su proclama de que Cataluña es una nación diferente de España. Y yo me pregunto: ¿no es eso romper la neutralidad política? ¿Va a pedirle Sánchez a Planellas que se presente a elecciones en las filas de algún partido plurinacional o separatista? Algo me dice que no.

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