La tribuna

San Fermín, más allá del tópico

San Fermín, más allá del tópico

Tengo un cariño muy especial por Navarra, donde tengo buenos amigos y a la que he visitado en varias ocasiones. Es tierra de mucha personalidad y con una arraigada tradición de españolidad. Además llevo el nombre de pila de un gran santo navarro, San Francisco Javier.

Leo con desazón los descalificativos que algunos guardianes de las esencias sevillanas han despachado estos días en redes sociales contra los sanfermines en particular y los navarros en general, y me apena. Algún plumilla ha llegado a decir que son “una turba de personas y borrachos corriendo delante de los toros”. En fin, sin entrar en el significado más profundo de fiesta tan popular, siempre me ha parecido de mal vendedor querer ensalzar tu mercancía criticando la de los demás. Gentuza y borrachos hay en todas las fiestas, sino que se lo pregunten al hijo de una amiga mía al que un indeseable le rajó la cara en una caseta la pasada Feria de Abril.

Es cierto que hay un sector de la prensa, principalmente televisivo, que siempre viene al Sur buscando el tópico, la astracanada, la horterada del friki de turno, pero es algo que nos cae encima desde las criadas del landismo o antes. España, gracias a Dios, es plural y diversa, con un patrimonio cultural en sus fiestas populares impresionante. Algunas, por su fama internacional y popularidad, sufren hoy día ese turismo que todo lo banaliza y masifica, es el pago de la fama.

Otra cosa es la colonización política de los colaboracionistas con el independentismo vasco en Navarra. De vergüenza ajena el chupinazo a cargo de no sé qué asociación propalestina. Navarra tiene una historia y una personalidad propia que no debe dejarse arrastrar a esa euskaldunización que ensucia la imagen de tan bella región, antiguo reino que, por derecho propio, ocupa uno de los cuarteles del escudo de España. Y contémoslo todo, porque no solo estuvo Navarra en el germen y formación de lo que hoy es España, sino que además tiene una marcada historia reciente de claro perfil conservador. De la plaza del Castillo partieron decenas de camiones llenos de voluntarios, carlistas y falangistas, para dirigirse a Madrid y combatir al ejército republicano, de hecho, el general Mola, jefe de toda la zona norte en el primer momento del levantamiento militar del 18 de Julio, operaba desde Pamplona. La tradición carlista, por otra parte, convirtió a Navarra en uno de los escenarios principales de las llamadas guerras carlistas, siendo uno de los principales bastiones de los tradicionalistas en las tres guerras civiles que antecedieron a la del 36.

Hemingway, el escritor estadounidense que deambula entre el mito aventurero y la prosa de altura, se encargó de poner los sanfermines de moda en todo el mundo por su apego a la fiesta de los toros, lo plasmó en su novela Fiesta (The sun also rises) (1926), además de crónicas periodísticas. La novela la llevó Hollywood al cine, un film dirigido en 1957 por Henry King, con papeles protagonistas para Tyrone Power (alter ego del mismo Hemingway), Ava Gadner, Mel Ferrer y Errol Flyn, entre otros. Por cierto, al escritor no le gustó demasiado la película, entre otras cosas, rodada en México.

Pues así estamos, bildutarras, jóvenes yanquis hasta arriba de calimocho, saltos y manteos, chicas entre la liberación y el acoso y mucha gente buena, la de siempre, disfrutando de la fiesta, el signo de los tiempos.

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