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Tribuna

José Luis Pérez Piqueras

General médico

El antiguo Hospital Militar debe conservar el nombre de Teniente médico Vigil de Quiñones

El autor recuerda las hazañas de quien fue honrado en Sevilla con un hospital recuperado hace un año

Imagen de archivo del Hospital Militar antes de ser reformado.

Imagen de archivo del Hospital Militar antes de ser reformado. / Juan Carlos Muñoz

La Historia de España está llena de grandes hazañas que cambiaron el rumbo de la Humanidad: descubrimientos, victorias militares decisivas para la civilización occidental, primera globalización, viajes científico-humanitarios etc. etc. que cubrieron de honores y gloria a España y a sus protagonistas.

Pero también está llena de hechos sin tanta trascendencia aunque de gran valor épico. Personajes sencillos, humildes, románticos, auténticos héroes que actúan con la misma determinación y valor realizando extraordinarias proezas que quizá pasen desapercibidas a la sombra de las anteriores. En ocasiones no les espera la gloria ni la notoriedad, sólo el anonimato y el olvido.

Éste es el caso de Rogelio Vigil de Quiñones y sus compañeros del Baler:

Permitan que describa brevemente la situación de aquellos días de una España débil, sin capacidad defensiva para conservar los restos del imperio, que se ve amenazada y vilipendiada por la potencia militar emergente.

La obsesión antiespañola de la prensa norteamericana, excesivamente belicista, aprovecha la situación y empuja a su presidente William McKinley a declararnos la guerra para arrebatarnos Cuba y luego Puerto Rico. La respuesta en España es inmediata:rebrota el patriotismo y personas como don Santiago Ramon y Cajal, capitán médico, solicita su traslado a Cuba para ayudar con su esfuerzo personal. Es el mismo caso del hermano de Rogelio Vigil de Quiñones, capitán médico que muere en Cuba de paludismo.

Don Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro, que había nacido en Marbella el 1 de Enero de 1872 en el seno de una familia de larga tradición militar (hijo, nieto y biznieto de militares), que estudia medicina en Granada y ejerce como médico rural, estimulado por este espíritu patriótico de rebeldía, decide alistarse como teniente médico provisional partiendo en 1897 rumbo a Filipinas para incorporarse como médico al Hospital de Malate.

En Filipinas, la situación estaba controlada. La insurrección de los independentistas tagalos de agosto de 1896 fue sofocada por la intervención del ejército colonial al mando del general Polavieja. España había resuelto, con relativa sencillez y algunos errores, la sublevación tagala firmándose la paz de Biak-na Bató por Primo de Rivera en diciembre de 1897. Emilio Aguinaldo y los demás líderes independentistas emprenden el camino del exilio (pensionados por España), quedando la paz asegurada.

En la nueva situación el Estado Mayor decide dejar en la zona del Baler un pequeño destacamento de 50 hombres al mando del teniente Juan Alonso Zayas y como teniente médico a Rogelio Vigil de Quiñones.Pero las cosas cambian radicalmente cuando el 1 de mayo de 1898 los EE. UU., sin provocación previa, desembarcan en el archipiélago destruyendo nuestra flota en el puerto de Cavite. Manila cae en agosto y en diciembre Filipinas dejó de ser española.

El sitio del Baler comienza el mismo día del desembarco americano (1 de mayo de 1898). Centran su defensa en la iglesia, acosada por una fuerza de 800 hombres, que dificultan en todo momento las asomadas en busca de alimentos, plantas medicinales y agua.

Los enfrentamientos son continuos, los tiroteos constantes y con el paso del tiempo las condiciones en el interior se vuelven dramáticas: hambre, desnutrición, aparición de Beriberi (por falta de vitamina B1, que está principalmente en el pan y el arroz), sin olvidar la muerte de hasta 15 compañeros.

Salían con grandes dificultades en busca de alimentos y plantas medicinales, que él conocía y con las que logró controlar la epidemia, lo que supone un extraordinario mérito científico que habla de la capacidad profesional del teniente Vigil de Quiñones.

Tuvo varios enfrentamientos armados, recibiendo una grave herida de bala en el costado derecho, que él mismo se extrajo con la ayuda de un espejo. Su gravedad se acentuó al padecer personalmente la epidemia. Y así hasta 337 días de interminable sufrimiento superados por la admirable determinación y el extraordinario valor. Quiero destacar que durante el asedio, el teniente Vigil de Quiñones atendió las bajas enemigas, cuando era solicitado. Dignidad y honor hasta el final.

Les llegaron noticias de la terminación de la guerra, conminándoles a la rendición que desoyen por considerarlas estratagemas enemigas. Tras la caída de Manila, las autoridades españoles mandan un emisario, al que no dan ninguna credibilidad.

Tras cerciorarse de la rendición de nuestra nación, el 2 de junio de 1899 izan la bandera blanca y redactan el acta de capitulación que firman los tenientes Martin Cerezo y Vigil de Quiñones, saliendo de la iglesia con todos los honores 33 españoles famélicos, armados, en formación y con su bandera, rasgada por la metralla enemiga. Al final, los filipinos pagaron muy caro el asedio. Tuvieron 700 bajas.

Ese mismo día el Gobierno de Filipinas declara amigos a los defensores del Baler, facilitándoles el regreso a España, embarcando en el vapor Alicante, que llegó al puerto de Barcelona el 1 de septiembre.

Actualmente, en la iglesia del Baler, reconstruida, hay una placa donde, entre otras cosas, puede leerse “Rotos por la por la desnutrición y las enfermedades”. El Instituto Nacional de Historia de Filipinas lo declaró como “Hito histórico”.

Los americanos tradujeron las memorias del teniente Martin Cerezo como modelo de resistencia en una posición aislada, mostrando su admiración “por la muy heroica resistencia”.

Esta gesta extraordinaria no merece que sea olvidada, simplemente porque los tiempos son otros y las administraciones distintas, ya que lo rehabilitado sigue siendo un hospital (el viejo “militar” de siempre), los ciudadanos a atender, sevillanos y andaluces, son los mismos. El hecho de sustituir su nombre supone un agravio innecesario a todos aquellos patriotas, y más en esa tierra sevillana ,capital de Andalucía, se honra a sus héroes.

No conozco mejor argumento.

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