Provincia

Pilas despide a la familia asesinada en el crimen machista de Pau

  • Los vecinos reciben con aplausos la llegada de los féretros de José Morales, su hija Manuela y su nieto Joseph a la parroquia

Entierro de las víctimas de Pau en Pilas.

Entierro de las víctimas de Pau en Pilas. / Víctor Rodríguez

A Manuela Morales le gustaban las rosas blancas. Era su flor preferida. Sus amigas lo recuerdan minutos antes de que el féretro que porta sus restos mortales llegue a la parroquia de Pilas. La joven de 36 años solía pasar en verano unos días de vacaciones en este municipio del Aljarafe, su localidad natal. Allí hubiera compartido horas de risas y recuerdos con sus antiguas compañeras de colegio, las que portan en estos momentos rosas blancas en su recuerdo. No quieren hacer declaraciones. No les sale la voz. Manuela tendría que estar aquí. Con ellas. Hablando de cómo le iba la vida en Francia. Pero es su cuerpo sin vida el que esperan ahora. El que lloran.

Tañen las campanas. Los vecinos hacen un pasillo en el porche de la parroquia. Llegan los tres féretros. El primero es el de José Morales, padre de Manuela. El segundo –blanco y de reducidas dimensiones– es el de Joseph, el niño de dos años con cuya vida acabó presuntamente su padre y marido de Manuela, Badr Hraichete, quien cometió el pasado 10 de julio un múltiple crimen machista en la ciudad francesa de Pau, donde residía el matrimonio. En este asesinato también murió Dolores Reina, novia de José Morales y natural de Arahal. El presunto culpable acabó suicidándose.

Los tres ataúdes son recibidos con aplausos. Dentro, en el templo, se hace el silencio. Todos los bancos están ocupados. Resulta muy difícil contener la emoción al ver pasar los féretros de la familia. Padre, hija y nieto. Tres generaciones con las que ha acabado la violencia machista. Así lo recuerda el párroco de Pilas, Adolfo Pacheco, al recibirlos. En el funeral se encuentran presentes el alcalde de la localidad, José Leocadio Ortega, y el recién nombrado subdelegado del Gobierno en la provincia de Sevilla, Carlos Toscano.

El regidor pileño, antes de que los cuerpos fueran trasladados del tanatorio de la localidad (donde llegaron la noche anterior), leyó un comunicado en nombre de la familia. En él se repasa la vida de Manuela Morales, “una emprendedora de Pilas, que se había trasladado hace varios años a tierras francesas, no sólo por amor, sino también para labrarse un futuro como profesora”. La vida, sin embargo, le deparó “un destino muy diferente al soñado por ella”. Sus parientes aseguran que tras ser “maltratada”por su marido, decidió comunicar a la Policía Francesa su “circunstancia” y solicitó el divorcio, motivo por el cual su padre, José Morales, junto a su novia, Dolores Reina, acudieron a ayudarla.

Nadie de los más allegados podía imaginar la situación que estaba sufriendo la joven. Ni su propio padre. “Él sabría algo, pero no al extremo al que había llegado el asesino, hasta el punto de que Manuela se tuvo que ir a vivir con una compañera”, refiere una amiga de la familia.

La repatriación de los cadáveres ha tardado 10 días. Según comentan vecinos de Pilas, la demora pudo deberse a que la familia de Badr Hraichete habría reclamado quedarse con los restos mortales del pequeño, solicitud que dificultó el trámite.

Poco después de las 11:30 acaba el oficio religioso. El sol comienza a ser molesto. Los féretros son devueltos a los coches fúnebres. En la salida, otra vez se escuchan aplausos. Comienza una comitiva que recorre las calles centrales del pueblo. Lo hace acompañado de un centenar de vecinos que quieran dar el último adiós a la familia. Hay quienes salen a la puerta de sus casas y se santiguan al verlos pasar. También lo hacen desde los bares. La corporación municipal los recibe a las puertas del Consistorio. Allí se guarda un minuto de silencio. De nuevo, aplausos. La comitiva prosigue hasta el cementerio de San José. Allí descansan ya José, Manuela y Joseph. Tres vidas a las que puso fin la violencia machista. Junto a ellos, varios manojos de rosas blancas. La flor de aquellos días felices en Pilas.

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