Marchena

El jurado halla culpable de asesinato al hombre que mató de 30 puñaladas a su pareja

  • La Fiscalía reclama una condena de 32 años por haber intentado además matar al actual novio y por quebrantar una orden de alejamiento. El acusado alegó que se "volvió loco" por la bebida pero el jurado no ha declarado probado que tuviera mermada sus facultades.

Un jurado compuesto por ocho hombres y una sola mujer ha declarado este viernes culpable a Fernando Frías Guisado de haber asesinado a su pareja, Inmaculada Duarte, a la que asestó 30 puñaladas el 27 de diciembre de 2011 en su vivienda de Marchena (Sevilla), y también de haber intentado asesinar al actual novio de ésta, al que asestó otra puñalada en el cuello, y de quebrantar la orden de alejamiento que le impedía acercarse a la víctima.

En el veredicto hecho publico, el jurado ha declarado probado por unanimidad que el acusado apuñaló "una y otra vez" a la víctima, hasta en 30 ocasiones y que para ello utilizó once cuchillos de la cocina de la vivienda, seis de los cuales se rompieron durante la brutal agresión.

El jurado no ha declarado probado que, a pesar de la reiteración de las puñaladas, concurriera la agravante de ensañamiento en el crimen, ya que ha entendido que la finalidad exclusiva de las puñaladas era "acabar con la vida de la víctima". Tras el veredicto, la Fiscalía ha pedido una condena de 20 años por el asesinato de Inmaculada Duarte, otros 11 años por el intento de asesinato de José Luis O., y un año más por quebrantar la orden de alejamiento, mientras que la defensa ha pedido la pena mínima.

Fernando Frías reconoció el pasado lunes en su declaración que asestó las 30 puñaladas a la víctima, que era además su sobrina, pero alegó que lo hizo porque se "volvió loco" como consecuencia de los cuatro o cinco litros de cerveza que había tomado la tarde del crimen, que ocurrió en Marchena el 27 de diciembre de 2011. El acusado, que tiene 37 años, aseguró en su declaración que cuando cometió el crimen no era consciente de lo que estaba sucediendo. "Ahora sí soy consciente y me arrepiento, porque lo que hice es una barbaridad", confesó, aunque el jurado no considera que tuviera mermadas sus facultades.

Fernando Frías explicó que la relación con Inmaculada Duarte se había mantenido durante seis años y que a los tres años tuvieron una hija en común, que estaba presente cuando sucedieron los hechos. La tarde del crimen, indicó el acusado, le pidió a un amigo que fuera a recoger a su hija a la vivienda de Inmaculada, pero éste no encontró a nadie, por lo que, "estando muy aturdido" por las 25 o 30 cervezas que había tomado, cogió las llaves del domicilio de la víctima y aguardó a que ésta regresara. Fernando Frías dijo que espero unos 15 o 20 minutos y que la víctima llegó acompañada de su actual pareja, José Luis O. S., y él quería ver qué clase de relación tenían. El acusado les aguardaba escondido un dormitorio y llevaba un cuchillo consigo, y al ver a José Luis tuvo lugar, según dijo, un "forcejeo" en el que le lanzó un puñetazo, aunque no recuerda que le diera una cuchillada en el cuello, por lo que éste se marchó de la vivienda. Fue entonces cuando el acusado se fue para Inmaculada, a la que asestó una puñalada "sin pensar" y la joven cayó al suelo, quedando "sin conocimiento".

Entonces, según su testimonio, oyó la voz de su hija, que gritaba "papá, papá", y cogió a la pequeña y se la entregó a unos vecinos, a los que pidió que llamaran a la ambulancia y a la Guardia Civil porque había "matado a su mujer". También acudió a un bar, donde relató lo mismo, y regresó a la vivienda, donde el acusado insiste en que la joven seguía inconsciente, sin moverse y no respiraba, y fue entonces cuando "desquiciado y frustrado" volvió a apuñalarla, asestándole una treintena de puñaladas para las cuales llegó a emplear hasta once cuchillos, seis de los cuales se rompieron durante la agresión.

El acusado insistió en que confesó la autoría de los hechos nada más personarse en el domicilio la Guardia Civil. "Lo que quería era que la Guardia me pegara dos tiros y me quitara de en medio", dijo el procesado, que negó que con esas puñaladas estuviera incrementando el dolor de la víctima, porque "estaba muy nervioso, como loco" por lo que había bebido, insistió.

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