Las nueve mini-endesas de la provincia

Electricidad y Sevillana son dos términos asociados en el pensamiento colectivo a la hora de hablar de energía. Pero esta compañía, ahora bajo el paraguas de Endesa, no es el único distribuidor de electricidad de Sevilla. Otras nueve empresas, aún en manos de las familias que las fundaron, suministran y facturan la energía a catorce localidades de la provincia. Hasta la entrada en vigor el 1 de julio de la liberalización eléctrica, su negocio consiste en comprar la energía a Sevillana al precio marcado en el mercado de distribución, comercializándola a los consumidores al coste de la tarifa regulada por ley a través de sus propias redes de media y baja tensión. Son conocidas como las "revendedoras", aunque ellas rehúyen de esta calificación.

"Nosotros damos el mismo servicio con la misma tarifa que paga un vecino de la calle Sierpes, porque es el mercado más regulado de España, y Sevillana es tan revendedora como nosotros", señala Alfonso Blázquez. Su bisabuelo, mecánico eléctrico de Tranvías de Sevilla, fundó Blázquez S.A. en 1920 con dos generadores de gasolina adquiridos en Alemania, empresa que sigue distruibuyendo la electricidad en Pruna y Algámitas.

Estas compañías surgieron como apéndices de la incipiente agroindustria o la inquietud de emprendedores locales. En su origen, generaban su propia electricidad pero fueron enganchándose a otras redes, dado que no tenían potencia suficiente para atender una demanda que crecía conforme se iban sumando electrodomésticos a las casas. Muchas fueron absorbidas por Sevillana, pero otras aún son totalmente independientes y mantienen actividades en varias ramas, como ocurre con Medina Garvey, que suministra desde 1904 a Benacazón, Pilas, Aznalcázar, Huévar e Hinojos.

Al igual que Medina Garvey, Central Eléctrica San Antonio es otra empresa centenaria, pues fue fundada en 1908 por un emprendedor de La Campana, José Benjumea, que instaló en un domicilio familiar un generador de gas. En los años veinte se conectó a la Central Peña de la Sal, un salto de agua en el Guadalquivir, con una línea de 15 kilómetros con apoyos de madera. Su nieto, Antonio Benjumea, que preside actualmente el consejo de administración, recuerda que una riada del Guadalquivir destruyó el tendido en 1961 y las labores de reposición tardaron días debido a que la fuerza del río arrastraba las barcas con las que se intentaba cruzar los cables. Tras varias mejoras, la conexión fue renovada para atender el Centro de Satélites de Telefónica en los aledaños de A-4. "Desgraciadamente funcionó pocos años y la línea quedó infrautilizada, pero esta misma línea es la que ha posibilitado el aumento progresivo del consumo de La Campana", señala su gerente, Antonio Gil, que destaca que su próximo proyecto es construir una subestación conjunta con la eléctrica de Fuentes de Andalucía, Juan Díaz Gálvez y Hermanos.

Eléctrica Los Molares es algo más joven. Fue creada en los años veinte por Juan Ramón de la Calle, bisabuelo de Jaime de la Calle, actual administrador de la empresa, que recuerda que también creó empresas similares en Las Cabezas, Lebrija y Algar (Cádiz). Esta última aún sobrevive independiente en manos de otra rama de la familia De la Calle.

Eléctrica de Tentudía fue fundada en 1925 para aprovechar los generadores de electricidad de las harineras. "Los motores funcionaban con gas pobre, lo que ahora se llama biomasa, y sólo se utilizaban durante el día. Como las harineras no estaban interesadas en vender energía fuera de los horarios de su funcionamiento, la compañía se creó para dar electricidad a los vecinos en el horario nocturno", recuerda el presidente del consejo de administración, Manuel Garrido. Su abuelo homónimo, ingeniero de la compañía alemana AEG, se asoció con un perito del Ayuntamiento de Sevilla, Luis Márquez, y un contable alemán arraigado en la capital andaluza, Guillermo Müller. La localidad onubense de Santa Olalla del Cala fue el primer pueblo al que prestaron servicio, y poco a poco se añadieron Cala, El Real de la Jara, Almadén de la Plata y Arroyomolinos de León.

Electricidad Martos Marín, que distribuye la electricidad en Villanueva de San Juan, también surgió en torno a una harinera, según recuerda su administrador, Serafín Martos, la tercera generación al frente de la empresa. "Mi familia tenía una panadería, de ahí pasó a una fábrica de harina, y allá por 1920 compró un grupo de gas pobre fabricado en Alemania a través de la empresa de Emilio Moeckel, en Sevilla", rememora.

En sus inicios, la energía se cobraba diariamente a "tanto alzado por el número de bombillas. Si tenían 25 vatios, se decían que eran 25 bujías y el cobrador picaba unas cartillas muy parecidas a los cartones del bingo", narra Serafín Martos. El día que se encendió el alumbrado público en Villanueva de San Juan fue un acontecimiento que aún se recuerda, ochenta años después. "Cuentan que vino gente que vivía en los cortijos porque nunca habían visto la luz electrica. Fue como si hubiera salido el Discovery desde aquí", señala Serafín Martos. Con los años, la firma se fue diversificando con tiendas de electrodomésticos y de telefonía. "Vendimos el primer televisor y los primeros teléfonos del pueblo, y nos enorgullece mantener este negocio de forma familiar", destaca Martos, cuyo abuelo trabajó en la compañía rival Blázquez SA.

Francisco Díaz, consejero delegado de Eléctrica Gilena SLU y biznieto de su fundador, cita que la primera bombilla se encendió en Gilena el 1 de noviembre de 1920. El generador también estaba situado en la harinera familiar, que vendía sus excedentes de electricidad al pueblo, pero funcionaba con energía hidráulica gracias a un salto de agua. "Cuando las necesidades fueron aumentando se empezó a comprar energía a Eléctrica del Chorro, que fue absorbida por Sevillana", agrega Díaz, que lamenta que el salto de agua dejó de funcionar después de que unas prospecciones de la Diputación desviaran el manantial que les surtía.