Crimen en Carmona

Los dos precedentes del asesinato del joyero

  • Una brutal paliza a una conocida pastelera de Carmona hace menos de un año y un homicidio en Sevilla son dos episodios similares al asesinato de Francisco Cintado

Agentes de la Guardia Civil trabajan en la joyería de Francisco Cintado.

Agentes de la Guardia Civil trabajan en la joyería de Francisco Cintado. / Belén Vargas

El asesinato de Francisco Cintado, el joyero torturado hasta la muerte en su tienda de Carmona, guarda similitud con dos hechos anteriores que a buen seguro están siendo revisados por los investigadores encargados del caso. El primero ocurrió precisamente en Carmona hace menos de un año, aunque la víctima no llegó a morir porque les entregó el dinero que buscaban. Al menos dos de los detenidos por aquel suceso se encuentran en libertad provisional, mientras que uno está en prisión preventiva por su presunta relación con el triple crimen ocurrido el año pasado en Dos Hermanas.

Sucedió a principios de septiembre de 2017. La víctima fue una mujer de avanzada edad que durante décadas regentó una de las pastelerías más conocidas de Carmona. La mujer fue abordada en su vivienda. Para hacerla salir, los asaltantes le cortaron el suministro de luz de la casa. Ella salió al zaguán para comprobar el contador de la luz y se encontró con dos varones que llevaban gorras y guantes, que comenzaron a golpearla y a pedirle dinero.

La mujer acababa de traspasar su negocio y también un salón de celebraciones. Los ladrones sabían que había dinero en la casa. Además de propinarle una brutal paliza, los asaltantes la amenazaron con matar a su hijo, que en ese momento se encontraba fuera de la vivienda. La víctima decidió entregarles el dinero que tenía, pero a los delincuentes aquello le pareció insuficiente. Se dice en Carmona que fueron varios miles de euros.

Tras maniatarla y amordazarla, los delincuentes decidieron dejar a la víctima malherida en su casa y llevarse el dinero que ésta les había dado y algunas joyas. La Guardia Civil inició el mismo día de los hechos una investigación que daría sus frutos cuatro meses después, en enero de 2018, con la detención de cinco personas implicadas en este robo con violencia.

Varios agentes de la Policía, durante la búsqueda de los cuerpos dentro de la vivienda de Dos Hermanas. Varios agentes de la Policía, durante la búsqueda de los cuerpos dentro de la vivienda de Dos Hermanas.

Varios agentes de la Policía, durante la búsqueda de los cuerpos dentro de la vivienda de Dos Hermanas. / Juan Carlos Muñoz

El cabecilla del grupo era un vecino de Carmona de 42 años al que la Guardia Civil considera la persona que planeó, organizó y ejecutó el hecho. Luego fueron detenidas otras cuatro personas, entre las que estaba un boxeador apodado el Tapita, que había ingresado poco antes en prisión por su presunta implicación en el triple crimen de Mehmet Demir, Sandra Capitán Capitán y Lucía Begines Capitán, cuyos cadáveres fueron hallados en una casa de la barriada de Cerro Blanco, en Dos Hermanas, a finales de septiembre de 2017. 

Al menos dos de los implicados en este robo con violencia se encuentran en libertad provisional en este momento, a la espera de juicio por el asalto a la casa de la pastelera. Uno de ellos reside en Carmona y otro en Lora del Río.

El asesinato del 'Tío Tom' 

El segundo suceso similar al ocurrido la tarde del lunes en Carmona es mucho más antiguo, pero se trata de un asesinato casi idéntico en las formas al del comerciante. Ocurrió el 9 de diciembre de 2002 en una vivienda próxima a la Barqueta, en Sevilla capital, y los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional tardaron diez años en esclarecerlo. Francisco Carrasco Córdoba, de 24 años y camarero del ya desaparecido bar Tío Tom, fue encontrado muerto en su casa. Lo halló su jefe, el dueño del bar, que se acercó a buscarlo al domicilio al ver que no llegaba al trabajo. 

El cuerpo de Carrasco Córdoba estaba colocado en un sillón, como si estuviera sentado, en una habitación de la primera planta del edificio en el que vivía, en el número 23 de la calle Vib Arragel, muy cerca de su lugar de trabajo. Tenía los pies y las manos atados con cinta adhesiva y había recibido numerosos golpes por todo el cuerpo. En el suelo, en las paredes y en la escalera de la casa había manchas de sangre. Todo estaba revuelto, con signos evidentes de lucha y resistencia. Junto al cadáver había una caja fuerte de gran tamaño, como en el caso del joyero. La puerta de la casa no estaba forzada. La víctima abrió la puerta a su asesino, o bien a alguien que conocía y venía con él.

El dueño del Tío Tom llamó al 091. La Policía inspeccionó la escena del crimen y abrió la caja fuerte que estaba junto al cadáver. En el interior había cuatro kilos de cocaína y 8.000 euros. Este hallazgo llevó a los investigadores de Homicidios a establecer el robo de esta droga como móvil del crimen. El tamaño y el peso de la caja fuerte hicieron imposible que el asesino se la pudiera llevar. Antes de marcharse, buscó sin éxito las llaves de la caja fuerte por toda la casa, como demostraba el hecho de que todo estuviera revuelto en la vivienda, y todos los cajones y muebles abiertos.

La similitud es, obviamente, en las formas del asesinato, con tortura y junto a una caja fuerte. Nada tienen que ver el contenido de éstas en el caso del Tío Tom y del joyero. La Policía, de hecho, cree que aquello fue obra de tres personas, aunque sólo se pudo detener a una.

En las inspecciones oculares del piso, la Policía Científica halló restos biológicos, de los que sacó un perfil de ADN de un desconocido, posiblemente el asesino. Esa información genética se introdujo en una base de datos con otros perfiles anónimos, a la espera de que en alguna operación policial en cualquier parte del país, en un control de tráfico o en cualquier otro supuesto, fuera detenido el portador de ese ADN y se pudiera saber quién era.

Dominique Philippeaux sale de los juzgados de Sevilla. Dominique Philippeaux sale de los juzgados de Sevilla.

Dominique Philippeaux sale de los juzgados de Sevilla. / m. g.

Habría que esperar diez años para que un cruce de datos diera positivo. Entre tanto, España firmó un acuerdo de cooperación internacional con otros siete países europeos: Alemania, Austria, Bélgica, Eslovenia, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y Finlandia. Es el Tratado de Prum, rubricado en mayo de 2005, por el que las fuerzas de seguridad de estos países comparten información del flujo de personas y vehículos y de perfiles genéticos. En esta base de datos internacional se volcó, en enero de 2012, un ADN idéntico al encontrado en la casa de Vib Arragel.

Correspondía a Dominique Philippeaux, un ciudadano francés que ahora tiene 53 años, y que se encontraba cumpliendo condena en la cárcel de Mauzac, en el sur de Francia. En el año 2004, había sido detenido por atropellar a un gendarme al intentar escapar de un control en Saint Quentin. Philippeaux fue extraditado y admitió ante los agentes del Grupo de Homicidios y ante el juez de Instrucción 4 de Sevilla, Francisco de Asís Molina, que había estado en la vivienda de Vib Arragel, si bien aseguró en su declaración que la víctima aún estaba viva cuando él se marchó.

Philippeaux llegó a venir a Sevilla para el juicio, pero se fugó antes de que se dictara la sentencia que lo condenaba a veinte años de cárcel. Incomprensiblemente se encontraba en libertad. Sería detenido seis meses después en Gante (Bélgica) y enviado a la prisión madrileña de Soto del Real.

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