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José Miguel Carrasco | Periodista musical

“En Radio Aljarafe di la primicia mundial del sida de Freddie Mercury”

  • Este especialista en electromedicina lleva involucrado en el panorama rockero sevillano desde 1973, bien como mero aficionado, bien como crítico y cronista o promotor de conciertos legendarios

José Miguel Carrasco, durante la entrevista.

José Miguel Carrasco, durante la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

Al fotógrafo le dice: “Sácame como Robert Redford, no como Danny DeVito, que es como me suelen sacar”. Así es José Miguel Carrasco (Sevilla, 1957), el periodista musical de rancio abolengo polinganero que quiso escribir según la mejor tradición anglosajona del género: con rigor y sentido del humor. Aunque este ingeniero electrónico se ganó la vida hasta su jubilación como especialista en electromedicina, su gran vocación siempre fue la música y, más concretamente, el rock. Desde 1973 forma parte del panorama rockero sevillano, como aficionado, periodista (llegó al oficio de la mano de Luis Clemente) y productor de conciertos. Veterano de la legendaria Radio Aljarafe, fue el conductor de ‘El trip de las 5’, un programa que aún recuerdan muchos. Como plumilla ha colaborado también en publicaciones míticas como Ruta 66 y Rock DeLux, “donde el primer artículo que escribí, sobre la separación de Nacha Pop, lo votaron los lectores como el mejor del año”, saca pecho Carrasco. En su faceta de productor trajo a Sevilla grupos de la talla de Immaculate Fools, New Christs, Elliot Murphy o The Godfathers, entre muchos otros. Debido a su blog ‘Blogin in the Wind’, se le quedó el mote de ‘Blogin’ (“José Miguel sólo me llaman la familia y los amigos vintage”). Por este apelativo también se le conoce en la redacción de Diario de Sevilla, periódico con el que actualmente colabora como crítico musical todoterreno que lo mismo cubre Serrat o Deep Purple que soluciona la papeleta de Rozalén. Actualmente mantiene, junto a Horacio Raya, la web ‘Sevilla Disonante’.

–Últimamente podemos hablar de una “explosión cámbrica” de conciertos en Sevilla. No se da abasto. ¿Ya hemos dejado de ser un erial en lo que a grandes eventos pop-rock se refiere?

–Sí, parece que por fin tenemos el número de conciertos adecuado a una gran ciudad. El problema es que parece que no hay público para todos. Los grandes conciertos como los de Icónica se llenan, pero estamos hablando de un público que no vive cotidianamente la escena musical de la ciudad, que no tiene una continuidad.

–¿Cuál es el problema?

–Desde hace ya varios años, los jueves, viernes y sábados es normal que haya más de quince conciertos de rock y pop en Sevilla, pero suelen desarrollarse en familia y con un público muy veterano, que pasa de los cuarenta y tantos. La juventud está por otra cosa, ni siquiera le importa el debate de si el rock está vivo o muerto. Este año se han remodelado varias salas clásicas de Sevilla, como el Fun Club o Malandar, pero todos con iluminaciones y sonidos adaptados al horario de club, a los DJ y a las copas. Los conciertos cada vez interesan menos. Yo he llegado a salir de la Sala X de un concierto en el que sólo habían acudido cincuenta personas y en la entrada había una cola impresionante de gente joven para entrar para ver algún DJ. Insisto, el pop-rock clásico no le interesa a la gente joven en absoluto.

En Sevilla nunca ha habido apoyo al rock, porque es un fenómeno de gente del extrarradio

–Es cosa de puretas...

–El miércoles estuve viendo a Seguridad Social y Hombres G en Icónica, dos clásicos populares. El público era de 35 para arriba. Jóvenes no se veía prácticamente ninguno.

–También porque parece que nos hemos especializado en el ‘gerontorock’: Patti Smith, Deep Purple, Guns and Roses...

–El reclamo nostálgico es muy potente y ayuda a llenar los conciertos. El problema es que no hay grandes bandas que hayan seguido la estela de estos grupos que usted menciona y que sean capaces de congregar a tanta gente en un concierto.

–¿Y Coldplay?

–Puede, pero es una banda con practicamente treinta años ya.

–Lleva en el mundillo rockero sevillano desde 1973. ¿Cómo era aquella Sevilla?

–Era una Sevilla muy casposa y en los conciertos nos juntábamos siempre los mismos. Se ha hablado de Sevilla como el “San Francisco español”, pero éramos cuatro gatos y medio. Los que de verdad partían la pana eran los ye-yés. Aunque es cierto que se organizaban bastantes conciertos, no había salas de música. Se daban en las calles, como la de Mariana Pineda, por San Gregorio; en los campos de fútbol de los Salesianos, en el Pabellón de Uruguay, en el Lope de Vega o en el Rectorado cuando lo permitían.

–¿Qué tipo de gente componía el ambiente rockero?

–Gente de mala vida. Incluso hubo un estudio que decía que la mitad de la gente que pertenecía a este ambiente había pasado por el hospital psiquiátrico. Se llegó a dejar entrar gratis a los conciertos a los que presentaban un certificado de haber estado en el psiquiátrico.

–Pero fueron una años dorados para el rock andaluz y sevillano.

–El gran problema es que no había continuidad, sino picos de grupos muy brillantes que desaparecían y no surgían otros hasta tiempo después. En medio no había prácticamente nada. Después de Gong y Mane, de Nuevos Tiempos, hubo un bajón considerable hasta que surgieron los Smash o The Storm, a los que siguió otro bajón hasta que llegaron grupos como Triana, Imán, Guadalquivir... El rock en Sevilla siempre fue una montaña rusa. Un día estaba arriba y otro abajo.

Silvio era un personaje totalmente carismático que tenía mucho swing y buena voz, pero nunca sabías cómo iban a salir sus conciertos

–¿Demasiado flamenco en la política cultural?

–El flamenco nunca es demasiado. En Sevilla no ha habido un apoyo al rock, pero no por el flamenco, sino porque era un fenómeno de gente del extrarradio que no iba a aportar nada a la cultura establecida de la ciudad. Sólo durante los años de Cita en Sevilla se vio un interés por parte del Ayuntamiento.

–Los gloriosos años de Cita en Sevilla.

–Fue un momento dorado que duró bastante, del 84 al 91, hasta que interesó más la Expo y se la cargaron. Después ya nadie la rescató. Vinieron artistas muy grandes y muchos en sus buenos momentos: Frank Zappa, Leonard Cohen, B. B. King, Nina Hagen, James Brown, los Kinks... Todo eso fue gracias al Ayuntamiento de Manuel del Valle y a su concejal de Cultura, Bernardo Bueno.

–El rock sevillano también tiene sus mitos. El otro día leía que le van a poner un monumento a Silvio. Fue un personaje que llegó a conectar muy bien con la sensibilidad y que todo el mundo lo ha hecho suyo.

–Cuando hicieron la película 'A la diestra del cielo. Silvio, un cantaor rockero' (dirigida por Francisco Bech, el manager de Riqueni) Pive Amador dijo que era necesaria porque a medida que vayan pasando los años no se va a creer nadie de fuera de Sevilla que todo eso fuese verdad. Silvio era un personaje totalmente carismático que tenía mucho swing y buena voz, pero nunca sabías cómo iban a salir sus conciertos. La gente iba más a ver al personaje que a otra cosa. Tuvo conciertos desastrosos... Pero en Cita en Sevilla, en la que actuaba todos los años, siempre estuvo bien. Silvio era un tío que iba a su aire y el tiempo juega a su favor. Aunque en Sevilla también hay mucha gente a la que no le gusta, el mito está creciendo. Nos va a sobrevivir a todos.

–Silvio es superconocido, pero hablemos de lo contrario, de aquella figuras que están completamente olvidadas.

–Hay que destacar al Mane, que fue el fundador de Gong y uno de los pilares sobre los que se montó el rock sevillano. Deberíamos reivindicar más su figura. Lo suyo era el blues rock, pero su vida alternativa lo apartó del escaparte musical. A él, entre otras cosas, le debo que Bob Dylan sea una figura de culto para mí. En el año 73, precisamente en un homenaje a Silvio, junto a los antiguos Gong, hizo una versión del 'John Wesley Harding' de Dylan que me impactó y me interesé más por su mundo y su poesía.

–¿Algún personaje más?

–Miguel Ángel Iglesias, al que se le conoce más por aparecer en las películas de García Pelayo que por ser músico. Con su carácter estropeó su carrera. En el rock sevillano hay muchas historias y uno ya no sabe si son leyenda o realidad. Tienes que haberlas vivido en primera persona para ser plenamente consciente de que fueron verdad.

–Además de ser periodista musical, montó con unos amigos Producciones Informales, para traer a tocar a Sevilla bandas extranjeras que aquí no venían nunca.

–A Cita en Sevilla venían las leyendas del rock, pero las bandas de los últimos puestos de la primera división no aparecían nunca. Para eso montamos la productora y trajimos a New Christs, Elliot Murphy, The Godfathers, The Fuzztones, Immaculate Fools, Mega City Four, Uriah Heep, entre otros muchos. Estuvimos así desde 1989 hasta 1993 en que acabé yo solo (manteniendo el nombre) programando todavía grupos en el Fun Club.

El primer concierto de los Immaculate Fools fue un éxito. Tuve la experiencia de tener un millón en las manos

–Recuerdo el de los Immaculate Fools.

–El primero que organizamos de esta banda fue una pasada. Nos permitió llenarnos los bolsillos para luego perder dinero con otros grupos que también nos gustaban. Tuve una experiencia que nunca había tenido en mi vida: sostener un millón de pesetas en mis manos para pagar a su manager. El segundo concierto de los Immaculate fue, sin embargo, el primer clavo en nuestro ataúd. Lo hicimos un domingo de la Expo, en la sala Río, y apenas vendimos entradas.

–¿Muchas rarezas en los camerinos?

–Tampoco muchas. Los Godfathers pidieron rosas y whisky irlandés y Los Del Fuegos, leche y galletas. En general, lo normal era que pidiesen mucho whisky, cerveza, refrescos y agua, mucha agua. Los Immaculate pidieron café caliente y tuve que llevarlo yo de mi casa en un termo. Se lo llevaron y me dejaron desaviado.

–Me consta que tuvo una experiencia desagradable con Extremoduro y Robe Iniesta.

–Los contratamos para un concierto en Río. A la hora del inicio, todavía estaban en Mérida. Después el batería se olvidó las baquetas y varios cables de los amplificadores. Menos mal que con ellos iba a tocar esa noche Selu, el saxofonista de Los Reincidentes, y fuimos en mi coche a su local de ensayo para coger todo lo que faltaba. Los de la sala empezaron a mosquearse porque, en la espera, el público prefería estar bebiendo en los bares de al lado, que eran más baratos. Cuando llegó, Robe Iniesta tiró a patadas las vallas que separaban el escenario del público (que llevaba varias horas bebiendo) y empezó a ponerlo en nuestra contra. Dijo que éramos unos nazis. Tiraron a un espectador sobre la mesa de mezcla y los técnicos quitaron las luces y el sonido. Se hizo el negro absoluto. La gente asaltó las barras, aparecieron botellas rotas por todos lados y vaciaron los extintores... Aún así el concierto salió bien y ganamos mucho dinero.

–Pero como productor habrá tenido también momentos inigualables.

–El mejor concierto al que he asistido en Sevilla fue uno que organizamos nosotros y en el que tocaron los Died Pretty con Cancer Moon de teloneros. Recuerdo el trato personal con Elliot Murphy o el bajista de los Del Fuegos, con el que hablé mucho de baloncesto. El baloncesto era para mí un tema recurrente, porque era muy aficionado y mi mujer y yo habíamos sido socios fundadores del Caja San Fernando. Recuerdo que con uno de los Inmates estábamos en el Fun después del concierto tomando copas. En las pantallas dieron la noticia de que Petrovic se había matado en un accidente. Se puso a llorar y lo tuve que consolar. En general, lo pasamos muy bien en los conciertos. Repetiría sin dudarlo.

–Como periodista musical, ¿cuál fue su gran noticia?

–En Radio Aljarafe di la primicia mundial de que Freddie Mercury estaba enfermo de sida y muy cerca de la muerte. Fue una rara casualidad, propiciada por mi amigo Rafa Notario. De su mano tuve uno de esos raros privilegios que solo ocurren una vez en la vida. Estaba con él en una de las primeras filas del Auditorio de la Cartuja antes de empezar los conciertos de Leyendas de la Guitarra con los que lo inauguraron en octubre de 1991. Manteníamos un gran aprecio mutuo desde que nos habíamos encontrado por medio de nuestro común amigo Blas Fernández. Rafa, por entonces, curraba en el departamento de promoción de EMI, y estaba allí para ponerse a disposición de una de las mayores estrellas de su compañía, que esa noche ejercía de maestro de ceremonias. Fui con él a la presentación y así pude conocer durante unos minutos a Brian May –guitarrista, compositor, vocalista y, en ocasiones, teclista de Queen–, que me ofreció su mano y unas palabras de saludo. Me mantuve al margen, pero en la charla que tenían pude enterarme de algo que era una primicia. Todo eran habladurías hasta que el propio Freddie Mercury lo anunció personalmente el día antes de fallecer un mes y medio después. Pero desde esa noche yo ya sabía sin lugar a dudas que el sida estaba terminando con él, y así lo dije la tarde siguiente en mi pequeño rincón radiofónico, en el programa de 'El Trip de las 5', de Radio Aljarafe, aunque sin repercusión alguna, claro. Poca gente puede presumir de que uno de sus amigos le haya presentado a Brian May.

Muchas veces he pensado que tengo un gusto tan ecléctico que no tengo gusto siquiera

–Una de las cosas que llama la atención de su labor periodística es su condición de todoterreno. Lo mismo cubre un concierto de Patti Smith que de Eros Ramazzotti.

–Es la afición. Muchas veces he pensado que tengo un gusto tan ecléctico que no tengo gusto siquiera. En todos los estilos de música siempre hay algo bueno. Aunque como rockero tengo prejuicios, le diré que recuerdo pocos conciertos de rock en los que me lo haya pasado tan bien como en el de los Gipsy Kings en el Icónica del año pasado. Y son una gente a los que en mi casa no escucho nunca. Cuando se trabaja en un medio generalista como Diario de Sevilla hay que valorar el que haya miles de personas pasándolo bien en un concierto, aunque no sea un músico de tu devoción. En mi medio Sevilla Disonante, reparto más leña.

–Ha habido voces críticas con el uso de la Plaza de España para la celebración de Icónica. ¿Qué opina?

–A mí me gusta, entre otras cosas porque la Plaza de España se concibió como un auditorio y el sonido es muy bueno. Cuidándola bien no hay ningún problema con que se hagan estos eventos. En los conciertos de Icónica nunca he visto a nadie hacer el cafre.

–Dicen que su verdadera vocación era la de futbolista, pero que Gordillo le quitó el puesto. También es mala suerte.

–No puedo decir que Gordillo me quitó el puesto como futbolista. Lo que ocurrió es que ambos jugábamos al fútbol en el Polígono de San Pablo de adolescentes, en el Hispania, donde él era delantero centro; de hecho, él no jugó de lateral hasta que llegó al Betis Deportivo. Al ser del Polígono, pasamos por el San Pablo, equipo que era filial del Betis y, aunque yo soy sevillista vi muchas más veces al Betis, porque entrábamos gratis a los partidos por ser de un equipo filial. A la hora de pasar a las categorías inferiores del Betis se puso de moda entre los entrenadores lo de meter en el equipo a los carrileros, y yo, que estaba acostumbrado a jugar siempre, a ser titular en los equipos como extremo izquierdo, pues me vi relegado al banquillo… ¿para qué coño iban a querer a un extremo izquierdo si tenían a un carrilero que con el tiempo llegó a ser el mejor del mundo? Y si a eso unimos que pasé ya a la universidad y que me eché de novia a la mujer con la que convivo todavía actualmente, pues mandé el fútbol al carajo.

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