Real Betis

Turno de palabra para Nabil Fekir

  • Que Lo Celso ya sea historia bética señala al sucesor, quien debe volver a su nivel para acercar al Betis a Europa

  • El francés lleva los mismos 4 tantos y 3 pases de gol que al argentino hace un año en la jornada 21ª

Nabil Fekir falla un mano a mano ante Morro, el portero del Rayo.

Nabil Fekir falla un mano a mano ante Morro, el portero del Rayo. / Rodrigo Jiménez (Efe)

Giovani Lo Celso ya es historia en el Betis. Y de la buena. Después de que el Tottenham abonara los 28 millones de euros pendientes para hacerse defitivamente con los derechos del talentoso argentino, éste echará raíces en Londres bajo el auspicio de José Mourinho.

Y tras los mutuos agradecimientos entre el jugador y el beticismo por todo lo que disfrutaron la pasada temporada de verdiblanco, los focos de Heliópolis giran ahora hacia la estrella que vino a suceder en el firmamento heliopolitano al rosarino: Nabil Fekir.

Curiosamente, el beneficio que deja la venta de Lo Celso, descontado lo que percibe el PSG, se cifra en torno a los 18,5 millones de euros, algo menos de lo que ha costado por ahora Fekir (bonus por objetivos aparte), unos 19,75 millones.

El francés, como Lo Celso, tiene una zurda mágica. Como él, acaricia el cuero pegado al pie mientras lo conduce hasta que sacude una enorme pegada. Y como él, Fekir contabiliza cuatro tantos y tres pases de gol a estas alturas de la Liga, pasada la jornada 21ª.

Pero sobre las similitudes, flota en el ambiente en verde y blanco que la gran apuesta deportiva del Betis para esta temporada, por encima incluso de Borja Iglesias por palmarés, prestigio y sobre todo sueldo –el galo le costará al Betis 6,5 millones de euros brutos cada año, hasta 2023–, debe dar mucho más de lo que ahora mismo aporta sobre la hierba para corresponder al club y, de paso, cubrir el enorme vacío que dejó Lo Celso.

Fekir copia los goles y las asistencias de su antecesor en la Liga, pero su ascendencia en el juego del equipo de Rubi ha decrecido, paradójicamente, al mismo tiempo que la solidez del colectivo y la identidad táctica ha ido fraguando. Desde agosto a noviembre, cuando Fekir ha brillado, el Betis ha solido temblar, sobre todo en su retaguardia. Y a medida que la luz del francés ha sido cada vez más tenue, en diciembre y enero, el bloque ha solidificado.

El campeón del mundo con Francia, que ya en su estreno ante el Valladolid dio las primeras pinceladas de su innegable calidad y luego fue de lo poco que se salvó en la goleada que encajó el Betis en el Camp Nou (5-2), golazo incluido, deslumbró en su segunda aparición en casa, ante el Leganés, con una exhibición de controles, regates, dominio del balón y desborde que disparó las expectativas.

Fekir fue el gran responsable de esa primera victoria del Betis en la Liga por su rosario de jugadas de crack y su gol. En las redes sociales, no pocos aficionados béticos se lanzaron entonces a afirmar, incluso, que estaban ante el jugador con más talento y calidad que habían visto con la camiseta rayada en verde y blanco, que ya es decir. Pero el tiempo ha enfriado esos prematuros y un tanto hiperbólicos vaticinios.

De hecho, su óptimo desempeño durante las primeras cinco jornadas se vio frenado por la lesión muscular que sufrió tras aquel empate en Pamplona (0-0). Se perdió las citas ante el Levante en el Benito Villamarín (3-1) y la goleada que sufrió el Betis, VAR mediante, en Villarreal (5-1).

Cuando retornó, el lionés ya ofreció un nivel más discreto en el empate casero ante el Eibar (1-1), la derrota ante la Real Sociedad (3-1) y la de Granada (1-0), pero se erigió en salvador de Rubi con su providencial tanto de la victoria, en el último minuto, ante el Celta (2-1).

Brillar un partido al mes es un pobre bagaje para un atacante del nivel y el salario de Fekir. Y eso fue lo que hizo también en noviembre, donde lo más destacado fue su primera parte en Palma de Mallorca, con su gol y su despliegue ofensivo, que no tuvo continuidad tras el intermedio.

Esa querencia a aparecer y desparecer en los partidos del galo, su dificultad para sostener su intensidad los 90 minutos, está lastrando la esperada consolidación como puntal que marque las diferencias entre líneas.

En diciembre, Fekir estuvo bastante discreto los 53 minutos que jugó ante el Espanyol en Cornellà (2-2), ante el Atlético en casa (1-2) y en el cierre de la primera vuelta ante el Alavés (1-1). Como en Vitoria vio la quinta amarilla, no participó tampoco en el mejor Betis esta temporada, ante la Real Sociedad (3-0). Y tras este gran partido, surgió una inevitable corriente de opinión que defendía que el Betis de Rubi juega mejor sin el francés.

Quien quiera argumentarlo, pondrá sobre la mesa que los béticos, sin Fekir, vencieron en casa a Levante, Athletic y Real Sociedad, y que sólo cayeron fuera en aquel partido en Villarreal tan condicionado por el extraño penalti que el VAR vio por el leve pisotón de Bartra a Chukwueze.

Viene el francés de fallar un claro mano a mano en Vallecas y otro en Getafe, por ensayar una vaselina cuando tenía solo a Loren a su derecha. Su momento, hoy, no es el más popular desde su llegada. Pero tiene el duro para cambiarlo. Su calidad técnica se compara a pocos jugadores de la Liga. Y está en él que ese desequilibrio sea más constante y se imponga al déficit defensivo que tiene el equipo con él sobre la hierba. Lleva 4 goles y 3 asistencias en la Liga, como Lo Celso a estas alturas. Tiene 17 partidos por delante para guiar con su luz al Betis hacia Europa.

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