Real Betis | Sporting · el otro partido

Un hito convertido en pestiño

  • Lo que pudo ser un histórico tercer triunfo seguido en casa acabó siendo un choque en el que el aficionado se preguntaba cuál de los dos era peor.

El Betis-Sporting, en imágenes

El Betis-Sporting, en imágenes / Antonio Pizarro

Al Betis le pasó como cuentan que le sucedió a Diógenes, el del tonel. El filósofo griego exclamó en el ágora: "¡Hombres, acérquense!", a lo que un obediente grupo de atenienses se aproximó curioso por lo que pudiera declamar el viejo. Sin embargo, ingrato como ninguno, Diógenes golpeó con el bastón a quienes se interesaron por su plática a la voz de "llamé a hombres, no a excrementos".

Al conjunto de Víctor Sánchez le sucedió este domingo algo parecido. Fue a llamar a acercarse a los tres puntos, a celebrar una histórica tercera victoria consecutiva en Heliópolis (un hito que no sucede desde 2005), a convencer a los descreídos del óptimo armazón de la plantilla, pero lo que llegó no fue más que un excremento, un maloliente pestiño de partido.

Este Betis está para poco, para bien poco. Hay quien empieza a dar gracias a los dioses de que existan en el planeta clubes como Osasuna, Granada... y Sporting. Si el Betis no está para nadie, el conjunto entrenado ahora por Rubi sólo sirvió para aplicar la más idónea trabazón. En sus filas milita ese tal Amorebieta, a quien la genética no le ha concedido más que un hacha y una hoz. Y a cortar brotes.

El juego era lento por los dos bandos. Tanta lentitud cundía en el verde que el tiempo pareció congelarse en el gris cronómetro. El choque no quería avanzar en tanto que la grada iba sulfurándose a cada minuto. Los futbolistas, asqueados, comenzaban a perderle la cara al partido, acusándose en los que deben aportar el detalle, el giro y el invento, pero Ceballos y Jonas Martin pasaban más segundos sobre la horizontal de la hierba que buscando la vertical del área contraria.

Más por empuje que por una clara muestra de superioridad, el Betis fue aculando al Sporting en su área. Desde los costados acechaban Piccini y Durmisi, aunque en pocas ocasiones supieron cómo resolver las indecisiones de los defensores del Sporting. Mientras, sus compañeros de verdiblanco hacían como que disputaban un partido de fútbol, Rubén desapercibido y Zozulya se bastaba con no permanecer en posiciones de fuera de juego.

En su lugar salió quien debió ocupar desde el principio el puesto de segundo delantero junto al 24, Álex Alegría, a quien se le vieron movimientos con sentido a pesar del estado de atonía general de los suyos. Con Alegría entró en el terreno de juego Petros, quien recientemente vino a decir que era el "emblema del beticismo".

Será porque Petros, verdaderamente, representa como ninguno los valores del actual beticismo: una oración constante a los dioses en los domingos con tal de que siga habiendo un Osasuna, un Granada y un Sporting.

De tal forma es el juego de Petros que le sucede como aquel discípulo de Diógenes, el del tonel, quien había dejado incluso de creer en los dioses. Cómo atender a divinidades, se preguntaba Crates el cínico, si han sido ellos los que han privado a los hombres la facultad de andar a cuatro patas. Para vivir hay que comer. Los animales encuentran en el suelo raíces y bichos para la subsistencia. La condena es vivir erguido. Nadie puede alimentarse del aire o las estrellas. Al menos en el actual Real Betis Balompié.

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