PREGUNTABA alguien el otro día que a qué se debía lo de Betis en estado puro en la derrota con el Getafe y me presto a aclararlo. Betis en estado puro es ser consecuente con la propia idiosincrasia de un club que a lo largo de su historia se tiró al callejón en innumerables ocasiones. Y el pasado miércoles, un equipo tan fiable como el que ha construido Pellegrini fue fiel a sus ancestros tropezando en lo más llano o tirándose al callejón.

Tanto da que da lo mismo, si tropezón o espantá, bien debió validar el pasaporte ante su fiel infantería bajo la premisa de no dejar para mañana lo que pueda hacerse hoy. Y esperemos que de hoy no pase y que se vaya de la virtualidad a la realidad en tierra tan ignota como la gerundense. Y allí en Gerona frente al Girona es donde este Betis que está viendo cómo el curso se eterniza debe rematar la faena de firmar su tercera participación consecutiva en el Viejo Continente.

Ha destacado Pellegrini en la víspera el hecho de haberse clasificado para Europa cada año un poco antes. Hogaño ha sido a falta de tres jornadas, pero resta hacerlo en Liga Europa y es sólo un punto lo que hoy lo convertiría en inapelable realidad. Y todo va a dilucidarse en Montilivi, el campo del equipo que mejor juega de cuantos componen la clase media de la Liga. De la mano de Míchel y su brazo extendido en la yerba, Oriol Roméu, los catalanes son la revelación del curso.

Este partido de hoy hubiera sido de alto voltaje si los ampurdaneses no hubiesen aflojado el ritmo en las últimas fechas. Se quedaron en los 49 puntos que lo dejan fuera de cobertura, pero no obsta para considerar el partido de esta tarde un fin de fiesta con el que festejar el memorable curso ofrecido. Los números del Betis en Gerona son inapelables y hora es de rematar la faena de una vez por todas. Con las posibilidades económicas del Betis, otro año en Europa es una gesta.